aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Número 053 2016

La elección de compañero y la evolución de una moral contractualista [Baumard, N. y Sheskin, M.]. En: Moral Brain. A multidisciplinary perspective

Autor: Espeleta, Susana

Palabras clave

Decetey, Wheatley. baumard, Sheskin, Eleccion de compañero, Moral contractualista, Moral brain, Moral.


Libro The Moral Brain. A multidisciplinary perspective. (2015) Edited by Jean Decety and Thalia Wheatley. The MIT Press. Cambridge, Massachusetts London England
Capítulo 3. La elección de compañero y la evolución de una moral contractualista. Autores: Nicolas Baumard y Mark Sheskin. En: I. La evolución de la moralidad.
 Baumard y Sheskin exponen que históricamente se ha considerado que la selección natural ha privilegiado el altruismo porque resulta más beneficioso para la mayoría grupal, (es esta la llamada visión “utilitarista”), sin embargo ellos (al igual que Abbot et al. ,2011; Clutton – Brock,2009; West et al., 2010)creen que los juicios morales están mejor descritos desde perspectivas diferentes, y citan estudios en los que el utilitarismo falla a la hora de predecir las decisiones morales: no explica por qué en “el dilema del tranvía” hay muchos casos en los que no se elige rescatar al mayor número de personas, o por qué la gente suele oponerse al comercio de órganos (aunque dé como resultado salvar más vidas) (Tetlock, 2003), o por qué la mayor parte de las personas se niegan a apoyar políticas que incrementen la tasa de curaciones en un grupo de pacientes a costa de otro aunque este último sea menos numeroso (Baron, 1995; Nord, Richardson, Street, Kuhse, y Singer, 1995). Debido a todos los casos en los que la conducta moral no sigue las reglas del utilitarismo, señalan que muchos psicólogos han sugerido que nuestra cognición moral resulta defectuosa (Baron, 1994; Cushman, Young, y Greene, 2010; Sunstein, 2005), y se ha hipotetizado que esos “errores” podrían ser producto tanto de la “docilidad” o la “sobregeneralización” (Baron, 1994), como de emociones primitivas (aversión a la violencia, asco o empatía). Para Baumard y Sheskin el error es haber asumido que la función del sistema moral es maximizar el bienestar de la mayoría grupal y nos invitan a considerar las siguientes cuestiones:
·         Cuando prestamos ayuda económica damos una cantidad limitada, no nos sentimos en la obligación ceder todos nuestros bienes.
·         Cuando compartimos los frutos del esfuerzo común buscamos la equidad en el sentido de dar más al que más ha contribuido.
·         Cuando juzgamos seguimos esta misma lógica, a mayor falta mayor castigo.
Por lo que concluyen que “ser moral” no parece consistir en ayudar lo máximo posible, sino en procurar una proporcionalidad entre nuestros intereses y los intereses de los demás. Recuerdan que muchos filósofos, llamados “contractualistas”, como John Locke, Jean-Jacques Rousseau, y John Rawls han propuesto la existencia de un contrato metafórico: los seres humanos se comportan como si hubieran negociado con los otros para llegar a un acuerdo sobre la distribución de los costes y los beneficios de la cooperación. Para entender los orígenes de este “contrato” los autores proponen tener en cuenta la teoría evolutiva sobre la cooperación: un individuo sólo va a estar interesado en cooperar con otro si este no resulta demasiado egoísta, por otro lado la generosidad excesiva conduciría al abuso y tampoco resultaría adaptativa; con lo que la única estrategia adaptativa estaría basada en la distribución imparcial de los beneficios de la cooperación (André y Baumard, 2012). A continuación Baumard y Sheskin exponen tres ejemplos de moralidad entendida como un mecanismo para repartir los bienes con justicia.
La distribución de los recursos escasos: Exponen cómo los utilitaristas defienden el sacrificio del bienestar de una minoría para beneficio de la mayoría (Baron, 1994), pero la resistencia a adaptar este tipo de conductas es comprensible desde su punto de vista, basándose en la justicia y el mutualismo, los individuos solo van a estar de acuerdo con situaciones que reporten un beneficio mutuo.
 
El castigo y la necesidad de restaurar la justicia: El utilitarismo entiende el castigo como un disuasor para futuras conductas criminales, sin embargo la gente no parece basarse en ello a la hora de emitir sus juicios. Citan a Carlsmith, Darley, y Robinson (2002), los cuales encontraron que el castigo se decidía basándose más en la reparación que en la prevención: un crimen genera una relación injusta y la moralidad buscaría restaurar el balance de intereses, ya sea dañando al criminal o compensando a la víctima. Para estos autores lo más llamativo son los casos en los que la gente procura el castigo del infractor aunque esto vaya en prejuicio del interés general. Así exponen cómo Baron y Ritov (1993) llevaron a cabo una serie de experimentos en los que pedían que se administraran multas en casos de negligencia médica, en uno de ellos se presentaba a una corporación que estaba siendo juzgada por la muerte de un niño al que se le había administrado una de sus vacunas contra la gripe. En una versión de la historia los participantes leían que aplicar una sanción sería positivo pues la compañía se vería obligada a fabricar vacunas más seguras. En otra versión los participantes leían que multar a la corporación tendría un efecto perverso, dejarían de fabricar ese tipo de vacunas, lo cual sería perjudicial, pues la vacuna resultaba muy beneficiosa para la gran mayoría y no había ninguna otra compañía que pudiera fabricarla. Se preguntaba a los participantes si sería adecuado castigar a la corporación en ambos casos y si la multa debía ser de diferente cuantía en cada uno de ellos. Los resultados mostraron que la mayoría castigaban de manera igualmente dura a la corporación, independientemente del efecto que esto tuviera en la comunidad, lo que sugiere que el castigo estaba motivado por el daño causado.
 
La exigencia relativa de ayudar a los demás: Nos explican que según la perspectiva del utilitarismo no hay nada que esté por encima del cumplimiento del deber hacia la comunidad, de acuerdo con esto estaríamos haciendo algo inmoral empleando nuestro tiempo en leer este artículo, ya que no es la acción más útil que podemos llevar a cabo. Pero tal y como ellos nos dicen, la gente no suele considerar que tenga que sacrificar completamente sus propios intereses para aumentar el bienestar de los desconocidos, se trata más bien de dar a los demás la cantidad de ayuda necesaria para interactuar con ellos de una manera mutuamente ventajosa; por lo tanto nuestro deber depende más bien de la relación que tengamos con esas personas. Señalan cómo estudios experimentales (Haidt y Baron, 1996) muestran que identificar a la víctima incrementa la cantidad de ayuda que se le proporciona, lo cual explica por qué ayudamos más a nuestros amigos que a nuestros colegas, más a nuestros colegas que al ciudadano común, etc. Así mismo nos explican que Small y Loewenstein (2003) mostraron que incluso una identificación mínima incrementa la solidaridad, las personas donaban más a un fondo de vivienda cuando se les decía que el receptor ya había sido elegido, aunque no les dijeran quien, que cuando esta no había sido aun adjudicada. Por su parte Varese & Yaish (2000) observaron que en situaciones bélicas las personas se sienten más impulsadas a prestar ayuda cuando esta es requerida por unos pocos (o una persona) y pueden prestarla a su vez unos pocos (o tan sólo ellos). Por ello concluyen que a mayor número de personas implicadas en una situación de necesidad menor sentimiento de obligación moral existe.
 
Conclusiones
Las estructuras que están en la base del juicio y del razonamiento moral son enormemente complejas y a la vez universales en nuestra especie, son el fruto de las sucesivas adaptaciones psicológicas que a lo largo de la historia han posibilitado nuestra evolución. El vínculo entre el nivel evolutivo y el nivel psicológico es crucial para entender nuestro comportamiento moral, seleccionado para la adaptación a una vida social singularmente cooperativa. Así mismo estudiar la conducta animal nos sirve para entender cómo las variaciones ambientales y los contextos sociales influyen en la expresión de los comportamientos morales. Es este un campo en desarrollo y que alcanzará su máxima expresión gracias a los últimos avances en neurociencia, los cuales nos proporcionan herramientas para observar el lado invisible de los estados mentales.
Referencias
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