aperturas psicoanalíticas

aperturas psicoanalíticas

revista internacional de psicoanálisis

Número 056 2017

Trauma cultural y experiencias contratransferenciales de terapeutas en tratamiento con abuso sexual en la infancia: una respuesta a Kathleen McPhillips [Pickering, J.]

Autor: Perdices Cámara, Rebeca

Palabras clave

Pickering, trauma, Trauma cultura, Abuso sexual, contratransferencia.


Para citar este artículo: Perdices Cámara, R. (Noviembre 2017) Reseña de: Trauma cultural y experiencias contratransferenciales de terapeutas en tratamiento con abuso sexual en la infancia: una respuesta a Kathleen McPhillips [Pickering, J.]. Aperturas Psicoanalíticas, 56. Recuperado de: http://www.aperturas.org/articulos.php?id=0000996&a=Trauma-cultural-y-experiencias-contratransferenciales-de-terapeutas-en-tratamiento-con-abuso-sexual-en-la-infancia-una-respuesta-a-Kathleen-McPhillips-[Pickering-J]
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Reseña: Judith Pickering (2017), Cultural trauma and countertransference experiences of therapist dealing with childhood sexual abuse: a response to Kathleen McPhillips. Psychoanalytic Dialogues, 27:147-155
Introducción
En el presente artículo la autora se propone dar respuesta al Artículo: “Unbearable Knowledge”: Managing Cultural Trauma at the Royal Commisión, publicado en el mismo número de Psychoanalytic Dialogues.
Pickering se va a proponer aumentar la visión acerca de las implicaciones que ha tenido el trabajo de la Comisión Real y el trauma cultural haciendo recaer la atención en los procesos de traumatización vicaria que sufren los profesionales que tratan en este contexto.
Para comenzar su argumentación la autora parte de la narración de una pesadilla que le relata Elena, una terapeuta supervisada por ella, que le muestra el efecto de la contratransferencia al ser testigo de lo inenarrable de los testimonios de sus pacientes.
Elena es una psicoterapeuta, que trabaja con las víctimas del hogar para niñas de Parramatta. Sus pacientes forman parte de los testigos de la Comisión Real Australiana para dar respuestas institucionales al abuso sexual infantil. El trabajo de Elena ofrece unas pocas sesiones gratuitas y ella ha de elaborar informes acerca de las Declaraciones de Impacto sobre las víctimas. Así, según nos relata la autora, Elena se convierte en testigo de inenarrables actos de abrumadora crueldad, abusos, violaciones.
Los efectos de esta exposición contratrasferencial, hacen que Elena tema llegar a perder su propia mente. Por un lado, aparece el trauma cultural reflejado en ella, obligada a enfrentar una realidad traumática que destruye su ideal sobre su país, y que al tiempo le hace sentir impotente y defrauda.
Trauma individual, trauma cultural
En este impacto sobre el terapeuta es en el que la autora centra su trabajo. Nos presenta el trauma vicario como un efecto imposible de evitar y un aspecto a tener en cuenta dentro del trauma cultural. La autora cita a  Pines (1993): "El precio que la analista paga por intentar afrontar lo que es insoportable en la paciente y su familia puede ser una contrapartida insoportable. El analista corre el riesgo de romper temporalmente su propia comprensiónhumana (p.211)” (en Pickering, p. 148).
Pickering se va a preguntar entonces si McPhillips habrá sufrido trauma vicario, como efecto inevitable, al unir su trabajo con las victimas del abuso institucional en Australia con un análisis sociológico de un trauma cultural. Si esto no se habrá traducido en su propia “cantinela traumática”. (Traumasong; término de McPhillips, traducción adaptada por I. Nieto, C. López, R.Perdices, F. Sanchez, en su reseña de este mismo número).
Contexto histórico y cultural
La autora expone aquí las características de la sociedad australiana, multicultural y con un fuerte origen en los procesos migratorios, relacionados muchas veces con la búsqueda de un futuro libre de persecución, guerra o violencia. La casuística de los pacientes va a estar, entonces, muy relacionada con esta realidad y herencia cultural. El nuevo país, como lugar de seguridad y nuevas oportunidades, confrontado con casos en los que se encontraron el abuso por parte de las instituciones que debían proveer este futuro mejor. Así, el inconsciente cultural guarda imágenes simbólicas duales del “ideal australiano” por un lado, y del “niño perdido” por el otro.
Transmisión intergeneracional del trauma
Se nos presenta el sueño de María, paciente que Elena lleva a supervisión con Pickering. En el sofocante sueño de María, Australia está siendo invadida por los nazis. María, superviviente del abuso sexual en el hogar para niñas de Parramatta, es hija de supervivientes del holocausto. La autora expone: “el caso de María es uno de trauma tras trauma”(p.150). Sus padres enterraron todo el horror de sus vivencias pasadas, lo inenarrable, que al mismo tiempo impregnaba toda la atmósfera del hogar familiar de disciplina estricta y temor por la seguridad.
Cuando la entrega de historias familiares y culturales es reprimida por el dolor, el miedo o la vergüenza, empobrece a la próxima generación. En lugar de los mitos vitalizantes del origen, hay un humedecedor vacío, el espacio psíquico vaporizado lleno de temor (Pickering, 2012, p.578).Este es el reino donde se funden el inconsciente cultural y el inconsciente personal. Silenciar o negar una historia de trauma y "la violencia lleva al desplazamiento de sus efectos sobre el inconsciente cultural. (Peterson & Luik, 2014, págs. 198-199). (En Pickering, p. 150)
Esta herencia psíquica inconsciente jamás contada, indecible, luchará por emerger e inundará el espacio analítico. Es aquí donde podrán ser elaborados y trasformados dentro del espacio seguro de la relación analítica. Pensar lo impensable o poner palabras a lo indecible irá creando una simbolización compartida, contenida emocionalmente por el analista. Pickering nos expone como su supervisada, Elena, se encuentra inundada de estas imágenes, sintiéndose desolada, desesperada.
El trauma cultural, la disociación y la Comisión Real
El artículo de McPhillips describe el trauma cultural que ocurre cuando un acontecimiento doloroso golpea a un colectivo trasformando sus recuerdos y su propia identidad grupal presente y futura. Esto incluye el riesgo de la negación. El trauma cultural puede verse agravado por procesos de olvido, disociación y formas de amnesia colectiva. El desvelamiento de los abusos por parte de la Comisión Real, también pone a la luz el fracaso de una sociedad en reconocer y prevenir estos hechos. Esto amenaza a la cohesión grupal y la identidad social, pudiendo quedar disgregado de la conciencia colectiva. La comisión Real, al reconocer la existencia del abuso y sus efectos, proporciona un marco para poner en palabras el trauma sufrido permitiendo la restauración de la memoria de grupo y el habla compartida.
La autora, aludiendo al artículo de McPhillips, señala dos métodos centrales para el análisis del trauma cultural. Estos son el método hermenéutico psicoanalítico y el método constructivista social, el primero centrado en la generación de narrativas explicativas; y el segundo en la diferenciación entre lo individual y lo grupal. Combinando ambos métodos y centrándose en el Estudio del Caso 28, observómo los procesos de amnesia cultural y ruptura de la memoria compartida, habían derivado en fenómenos de acomodación patológica y de repetición de los guiones traumáticos. Escuchar tales “cantinelas traumáticas” puso de manifiesto las graves consecuencias en múltiples niveles para las víctimas, sus familias y para la división de la comunidad. Pickering se pregunta: ¿Cómo podemos nosotros, como terapeutas, enfrentar adecuadamente y atender tanto la naturaleza individual como colectiva de un trauma como el descubierto en la Comisión Real? (p.152).
Para contestar a esta pregunta, comienza haciéndonos recaer nuestra atención en el fenómeno del aislamiento que sienten las víctimas como parte agravante del trauma. De hecho, va a destacar cómo se han producido rupturas dentro de comunidades, como la Católica de Parramatta, quedando divididas en base a la capacidad de una parte de ellas de creer que tales atrocidades fueran posibles. Tolerar la realidad de lo ocurrido, soportar lo insoportable, forma parte imprescindible del proceso de curación. Romper el aislamiento, promover el reconocimiento y favorecer la empatía será parte indispensable para la reparación, individual y colectiva.
La autora aprecia en este punto el paralelismo entre la labor de la Comisión Real y la psicoterapia individual en cuanto a la “cura por la palabra” (talking cure”)y al papel del tercero moral (Bejamin, 2014)
La Comisión, no solo llama la atención colectiva sobre la realidad, si no que implica validar las historias de los supervivientes, llevar ante la justicia a los perpetradores y revisar las responsabilidades institucionales.
Pickering en este punto acude a su propia experiencia, relatando como tras escuchar a McPhillips en una conferencia ANZAP, ella misma se sintió abrumada por el trauma cultural en relación a sus sentimientos respecto a la Iglesia Católica y a ella misma como australiana, al igual que muchos de sus pacientes, acompañados por ella, enfrentaron los horrores de su transmisión transgeneracional.
Se plantea entonces mo la psicoterapia, “relación intensamente privada” y terapeutas como Elena, que trabajan en un nivel individual, y la Comisión Real, a nivel cultural, son necesarios para la curación.
Como McPhillips lo expresa, La Comisión Real tiene asi un doble papel: anuncia la aparición de un trauma cultural y luego proporciona un contenedor para su examen. Nos llama a ser testigos, a oír el lamento del superviviente, su cantinela traumática, y a lamentar las vidas robadas y el potencial no vivido (pp. 143-144). Añade Pickering: terapeutas como Elena son conductos entre el sufrimiento individual y el trauma experimentado por el sobreviviente, por un lado, y el nivel cultural por el otro.(p.153)
Elena sufrió trauma vicario. Y estos efectos negativos de la contratrasferencia se hacían más agudos en la soledad de la elaboración de las Declaraciones de Impacto, incluso cuando se encontraba delante de sus pacientes. Esa soledad al redactar le remitía al aislamiento, la exponía al horror y a la impotencia respecto a lo insuficiente de lo que podía ofrecer a sus pacientes (8 sesiones). Se pregunta si para McPhillips no pudo ocurrir también así, siendo “testigo solitaria”.
Concluye la autora resaltando la importancia de la supervisión, espacio contenedor donde poder procesar lo indescriptible, y ponerle nombre a lo experimentado por Elena, respuestas contratransferenciales congruentes producidas por el trauma vicario. Esto es crear su propia cantinela traumática. Para finalizar hace una brillante observación acerca de la función que escribir el artículo pudo tener para McPhillips como terapeuta, al mismo tiempo que le reconoce su papel en la posición de tercero moral.
Referencias
Benjamin, J. (2014). The discarded and the dignified, Parts 1 -6. Public Web Seminar. Retrieved fromhttp://www.publicseminar.org/2014/12/the-discarded-and-the-dignified-parts-1-and-2#.VSSR0UtqfTo
Peterson, U., y Luik, M. (2014) Expressions of transgenerational trauma in the Estonian context. En G. Gudaite y M. Stein (Eds.), Confronting cultural trauma: Jungian approaches to understanding and healing (pp. 193 – 211). New Orleans, LA: Spring Journal Books
Pines, D. (1993). A woman’s unconscious use of her body. London, UK: Virago Press