aperturas psicoanalíticas

aperturas psicoanalíticas

revista internacional de psicoanálisis

Número 036 2010

La creación de una mente psicoanalítica: el saber psicoanalítico como proceso

Autor: Busch, Fred

Palabras clave

psicoanálisis, Proceso psicoanalitico.


Traducción: Marta González Baz
Revisión: Hugo Bleichmar

Se introduce el término proceso del saber para resaltar un modo concreto de analizar que se centra en cómo nuestros pacientes obtienen conocimiento. Se sugiere que analizar con una mayor atención al proceso del saber es crucial para la capacidad de autoanálisis de los pacientes, y difiere de ayudar a los pacientes principalmente a obtener conocimiento de sus fantasías y conflictos inconscientes como factor curativo primordial en psicoanálisis.

¿Qué esperamos que nuestro paciente haya desarrollado al final de un psicoanálisis "suficientemente bueno"? El modo en que a la mayoría de nosotros se nos ha enseñado a practicar en la comunidad internacional es que el conocimiento de lo inconsciente es lo que los pacientes necesitan lograr con más urgencia. Nuestra teoría básica sugiere que cuantos más elementos inconscientes logremos traer a la conciencia, menos probable es que tenga lugar una presión para que sus manifestaciones aparezcan. Existe, por supuesto, mucho mérito en esta perspectiva. Sin embargo, hay otra perspectiva a tener en cuenta, que consiste en que el proceso del saber es tan importante como lo que se sabe. Lo que se logra en un psicoanálisis relativamente exitoso es un modo de saber, y no simplemente saber. Mi experiencia al hacer segundos análisis es que los pacientes a menudo vienen sabiendo mucho, pero no saben cómo saber. Están estancados en saber lo que aprendieron de su analista en un tratamiento anterior y no pueden continuar creciendo y desarrollándose cuando las experiencias de la vida provocan variaciones de angustias previas. Esto puede llevar a creer en una especie de conocimiento que podríamos llamar intuición formulable. Su expresión puede observarse en pacientes que, cuando escuchan una asociación sorprendente, dicen algo del tipo: "Ah, eso debe ser que está emergiendo mi padre crítico (o madre, hermana, hermano, etc.)" o "Eso debe ser mi self fracturado", o "mi lado homosexual". Estos son insights que detienen el pensamiento en lugar de estimularlo. Pueden convertirse en parte de una narrativa personal autoengañosa para protegerse de temores inconscientes y/o de poner en acto ciertos deseos.

La premisa de este artículo es que el saber psicoanalítico proviene, en parte, de analizar el proceso del saber. Requiere una forma de atención diferente que se centra en analizar el modo de analizar del paciente, las resistencias a analizar y el modo que tiene el analista de ofrecer lo que sabe[1]. Ello lleva al paciente a un estado psicológico diferente que yo llamaría una mente psicoanalítica. En él es donde el analizando tiene una relación distinta a la que tenía previamente con sus pensamientos y sentimientos, viéndolos como acontecimientos psicológicos que pueden ser observados, en los que se puede pensar y con los que se puede jugar.

Mi impresión, a la que sólo aludo en este artículo, es que se presta poca atención al fenómeno de que a lo largo del espectro teórico parece haber una amplia aceptación de la necesidad de centrarse en el proceso del saber. Examinando detenidamente las sugerencias técnicas de Joseph, Green, Bion y los freudianos americanos contemporáneos (entre los cuales me incluyo) parece existir, en realidad, un terreno común en esta área que merece todo un artículo.

Hablando en general, entonces, hay dos tipos de saber que el paciente puede obtener del psicoanálisis. Cada uno de ellos funciona de modo diferente, se usa de modo diferente y ambos son cruciales para el éxito analítico. El primero, con el que estamos más familiarizados, es el saber como un estado, como en un estado de saber. Dicho saber conduce a un aumento de la estructura (Freud, 1895). Con este saber, se ralentiza todo el proceso de reacción a estresores internos y externos. El dictum general de hacer consciente lo inconsciente está orientado hacia este tipo de conocimiento. Lo que no se sabía, ahora se sabe. Ayudando poco a poco a trasladar lo que era inconsciente al pensamiento preconsciente, cambiamos las estructuras psíquicas de algo simple a algo más complejo (Busch, 2007, Schmidt-Hellerau, 2000). Consideremos lo siguiente. Cuando Max comenzó su análisis, cada vez que el analista se movía en su silla, Max se sobresaltaba. Todo su cuerpo se tensaba, su corazón se aceleraba y apretaba los puños. Cuatro años después, Max ya no escucha de forma consciente los sonidos que se producen a su espalda. ¿Qué ha sucedido? Pensando en imágenes, yo sugeriría que al empezar el análisis, los conflictos clave y fantasías inconscientes son similares a entrar en una habitación con dos puertas, una para entrar y otra para salir. Sin obstáculos, el camino de una puerta a la otra es rápido y directo. Ahora imaginemos que se han puesto numerosos obstáculos en la habitación, de modo que es como entrar en un laberinto. Ir de una puerta a otra lleva ahora más tiempo, y puede que ni siquiera se llegue a la otra puerta. Mientras estás en este laberinto puedes tener tiempo de preguntarte por qué estás en esta habitación, o si merece la pena intentar encontrar la otra puerta. Como ha afirmado LeCours (2007), lo que se representa puede crear estructura y fomentar la capacidad de contener.

El proceso del saber es diferente, dando lugar a una diferencia en cómo uno piensa más que en lo que se piensa. El pensamiento del paciente al comienzo de un análisis es concreto (Busch, 1989, 1995, 2004). Piensan, pero no pueden pensar en su pensamiento. En medio del conflicto, los pacientes a menudo consideran sus pensamientos principalmente como realidades. En estos momentos, un hombre que describe una discusión con su mujer no se pregunta por qué puede tener esos pensamientos. No puede observar sus pensamientos como tales, no digamos ya reflexionar sobre ellos o jugar con ellos. Con el tiempo, algunos métodos de trabajo[2] (p. ej. Adler y Bachant, 1996, 1998; Bachant y col., 1995; Busch, 1995, 1999, 2004, 2006, 2007; Gray, 1982, 1994; Green, 1974, 1975, 2005; Ikonen, 2003, 2004; Joseph, 1985; Paniagua, 1995, 2001, 2008; Sugarman, 2003, 2006, 2008), junto con un foco en el proceso, han dado lugar a cambio en la capacidad del analizando para convertirse en el tipo de pensador con capacidad autoanalítica. Este método es, principalmente, el que da lugar al autoanálisis, no a la identificación con la función del analista, que ha sido planteada por muchos como el factor principal en el desarrollo de la capacidad autoanalítica. En resumen, el proceso del saber funciona de forma diferente al estado de saber. El proceso del saber da lugar a la apreciación de los métodos necesarios para obtener un estado de saber. El proceso del saber no es silencioso. Es el resultado de una actividad mental activa pero no dirigida. A menudo tiene la calidad de ensoñamiento, pero al contrario que en éste, en que el soñador se deleita con sus pensamientos, el proceso de pensar incluye la capacidad de un yo observador y la aptitud para jugar con los pensamientos de modo de lograr el autoconocimiento.

En resumen, en el núcleo del proceso del saber se encuentra la capacidad para pensar en los pensamientos propios como acontecimientos mentales. Esta capacidad aparentemente simple es un logro difícil de alcanzar para la mayoría de los pacientes en análisis. Sin embargo, los beneficios son enormes, puesto que permite potencialmente al paciente retroceder y reflexionar en lugar de actuar. Permítaseme exponer un ejemplo típico.

Eric, un paciente casi en el final de su análisis, comenzó una sesión de un modo complicado. No había referencias a personas ni lugares, las asociaciones parecían derivar en muchas direcciones, no había preposiciones y las frases no se terminaban. Tras un rato, Eric pudo observar que su modo de hablar tenía reminiscencias del que usaba al principio del tratamiento. En aquel momento, entendimos el modo de hablar de Eric como un deseo de que yo arreglase sus líos, con el significado de que este síntoma tenía que ver con la gratificación narcisista y la hostilidad. Tras esta observación, las asociaciones de Eric se dirigieron al día anterior en el trabajo. Cuando volvía de ponerse una taza de café, Eric vio que se le había derramado el resto de café que había quedado en la taza anterior que había tirado, dejando un reguero que iba desde su mesa a la máquina de café. Se preguntó por un momento si dejar que lo limpiara la mujer de la limpieza, pero, como todas las señales apuntaban a que él había sido el causante, decidió limpiarlo él mismo. Se sintió irritado de tener que limpiar, pero mientras lo hacía le hizo gracia "ese largo reguero de suciedad marrón marcando todos mis movimientos". Eric pensó en el humor que tenía antes de ir a la máquina del café, y se dio cuenta de que había estado irritado. Se preguntó por qué y se rió cuando le vino la idea "he pasado la última hora arreglando los líos de otras personas". Tras esto se sintió de un humor brillante. Sus pensamientos se dirigieron entonces a una interpretación que yo había hecho el día anterior. Pensó mucho en ello, pero no le venía a la cabeza lo que yo había dicho. Le dije "parece que limpió mi liosa interpretación". Eric continuó diciendo que no se había dado cuenta hasta ahora de cuánto le había irritado mi comentario, que le había parecido "enrevesado".

Si bien se podría explorar mucho en esta rica interacción analítica, lo que me gustaría resaltar es la capacidad de Eric de ver su modo de hablar como un acontecimiento mental. Una vez que lo consigue, tiene acceso a abundantes recuerdos, sentimientos y pensamientos, al tiempo que cambia todo su estado de ánimo. Sus asociaciones nos hacen ver cómo la transferencia inicial en la sesión ("Quiero que arregle mis líos") estaba estimulada por su reacción a mi interpretación del día anterior, que le pareció un tremendo lío que él tenía que reparar. Otro paciente, sin esta capacidad, podía haber pasado la sesión irritado por todo lo que tenía que hacer por los demás. Éste me parece el típico ejemplo de un paciente que ya ha desarrollado su capacidad de autoobservación. No es que cambien las fantasías inconscientes nucleares del paciente. Éstas permanecen intactas, listas para ser estimuladas (aunque no tan catectizadas). Lo que cambia es la capacidad del paciente para considerar sus pensamientos y sentimientos como acontecimientos mentales. En este sentido, puede obtener acceso a sus pensamientos como algo inconscientemente motivado. Sin embargo, quiero dejar claro que la capacidad de observarse a uno mismo es resultado de un considerable trabajo analítico.

Otros han captado la idea del proceso del saber de diversos modos. La vemos en la afirmación de Green (2005): "el objetivo de una interpretación no es producir directamente el insight, sino facilitar el funcionamiento psíquico que puede favorecer el insight" (p. 5). Sugarman (2003), escribiendo desde la perspectiva del análisis de niños, y considerando más adelante el análisis de adultos (2006), resalta lo que denomina "insightfulness"*. Este concepto se centra en cómo ayudamos a nuestros analizandos a desarrollar una teoría de la mente. El trabajo de Fonagy y Target (1996a, 1996b, 2000) sobre la mentalización y la "mindfulness"* toca cuestiones similares, aunque la definición de estos términos y los métodos utilizados en estas afirmaciones sean distintos. El trabajo de Gray (1972, 1982, 1990, 1992, 1994, 1996) sobre liberar a la mente para que haga el trabajo del análisis estimuló muchos artículos sobre la atención al proceso, aunque él se centró más concretamente en el papel de las resistencias inconscientes. Paniagua (2001, 2008) se ha centrado en cómo nuestra técnica ha enfatizado mayormente el estado de saber basado en el modelo topográfico.

Las técnicas para analizar el proceso[3]

Esta técnica focaliza en la importancia de usar ciertos métodos para analizar. Usar estos métodos da lugar a un foco en la mente del analizando como fuente de insight, en lugar de en la del analista. Si bien la comprensión y la empatía del analista son cruciales para el uso efectivo de este método, lo que es vital para este modo de analizar es el foco persistente en la información psicoanalítica ofrecida por el paciente, o la resistencia a dicha información.

Trabajar en el presente

A menudo comienzo una interpretación diciendo "¿Se ha dado cuenta…?" y luego narrando una serie de asociaciones, o un cambio en el afecto; o "Tal como podemos ver en lo que Vd. dice…", y sintetizando el tema en las asociaciones. En resumen, lo que estoy resaltando continuamente es la perspectiva de que si escuchamos atentamente lo que está sucediendo en la mente del analizando, podemos ver qué es lo que está provocando sus dificultades. Aunque esto suena a lo que siempre hacemos como analistas, existen numerosas diferencias. En primer lugar lo más típico de nuestro modo de trabajar es escuchar las asociaciones del paciente, y decir algo del tipo, "Se siente perdido cuando no hablo"[4]. Aquí es el paciente quien se supone que tiene que establecer las conexiones entre lo que él ha dicho y la interpretación del analista. En el método que describo, es el analista quien establece las conexiones entre las asociaciones del paciente y la interpretación del analista[5]. Una segunda diferencia es que hemos sido formados para escuchar, en su mayor parte, de modo simbólico, mientras que lo que describo consiste en escuchar más de la narrativa de la mente del paciente (Busch, Joseph, 2004). A menudo escuchamos primero lo que falta en las asociaciones del paciente en lugar de lo que hay en ellas. La base para trabajar del modo que sugiero es lo específico de la mente del analizando en medio del conflicto (Busch, 1995, 2004, 2006, 2007). Otros han apuntado a esta necesidad con la misma base (p. ej. Bass, 1997, Frosch, 1995, LeCour, 2007)[6].

Nótese que muchos otros autores, trabajando desde diversas perspectivas teóricas han señalado la importancia de trabajar en el presente. Sandler (1969) introdujo el término transferencia "aquí y ahora", y reitera esta perspectiva a lo largo de su obra (p. ej. 1983). Por ello es por lo que tomo de Bion (1967), citado en Feldman (2007) como queriendo significar cuando dijo "La 'observación' psicoanalítica no se ocupa ni de lo que ha sucedido ni de lo que va a suceder, sino de lo que está sucediendo" (p. 18). Parece claro en las exploraciones recientes de Feldman (2007) sobre la importancia de la historia en psicoanálisis, que considera que hemos cambiado a cómo la historia es puesta en acto en el momento psicoanalítico focalizando en el proceso. Por supuesto, Freud (1914) sentía que el paciente no podía evitar recrear sus neurosis en el presente. En un artículo poco conocido, Searl (1936) presentó el inspirado término "contenido ausente" para describir un modo prevalente de interpretar alejado de lo presente, y esbozó los problemas que éste planteaba (Busch, 1995). He aquí el tipo de interpretación a la que Searl se refería: [7]

En su primera sesión de análisis, un paciente comenzó quejándose de que tenía dificultades en ver cómo podía hacer malabarismos con las demandas del trabajo y de casa con un análisis de cinco sesiones por semana. Continuó describiendo unas vacaciones de las que acababa de volver en las que, incidente tras incidente, su mujer se quejaba de su conducta. Cuando él intentaba ser sensible a las necesidades de ella, ella se enfurecía por que no tuviera nunca ideas propias. Cuando intentaba tomar iniciativas, ella sentía que no se tenían en cuenta sus necesidades. Su actitud parecía ser que no importa lo que él hiciera, era incapaz de agradarla. Entonces el analista le dijo al paciente "Estos sentimientos deben tener que ver con cómo se siente respecto a comenzar el análisis".

En general, yo apoyo el intento del analista de traer a la superficie algo importante. El paciente tiene estas dos asociaciones. La primera es el sentimiento de que venir al análisis va a ser difícil, una resistencia inicial que puede hacer fracasar el tratamiento, inmediatamente seguida de una segunda asociación de no ser capaz de hacer nada que satisfaga a su mujer. La naturaleza preconsciente de las asociaciones (Busch, 2006) hace posible que el paciente esté lo suficientemente cerca de comprender esto como para, con ayuda, hacer consciente la conexión. Sin embargo, el modo en el que fue interpretado dificulta que esta conexión se haga consciente. "¿Qué dije –podía preguntarse con razón el analizando- que llevó al analista a suponer que estaba hablando del comienzo del análisis?" Conectando con lo que está presente, en lugar de con lo que está ausente, damos al paciente una mejor oportunidad de ver la conexión[8], al tiempo que también ayudamos a establecer el proceso. En lugar transmitir el analista la idea de "le ofreceré interpretaciones que sólo yo sé de dónde vienen", puede transmitir la idea "si escuchamos atentamente lo que está en su mente…" He aquí una interpretación que yo podría hacer: "Estoy intentando entender qué ha cambiado desde que acordamos vernos cinco veces por semana. Después de esto sus pensamientos van a alguien a quien no puede complacer. Me pregunto si se trata de una preocupación de que eso suceda aquí." Al hacer esto, confiamos en que el paciente tenga una mayor ocasión de entender el contenido específico y las conexiones de sus asociaciones.  Para períodos largos de análisis éste es el dato de análisis. En segundo lugar, empezamos a hacer la conexión entre lo que está presente en la mente del paciente y el método de análisis, en lugar de recurrir principalmente a insights provenientes de la mente del analista. Esto no significa que esté ausente la comprensión creativa por parte del analista, a partir de múltiples fuentes, de lo que está sucediendo. Más bien, esta comprensión es la que permite al analista observar las conexiones en las asociaciones del paciente, llevándolo a conectar los puntos para el paciente, o no. A aquellos a quienes preocupe que esto sea más parecido a educar al paciente, puedo asegurarles que esté método es utilizado por los pacientes sólo gradualmente, y luego esporádicamente, en la fase intermedia del análisis, después de que se hayan despejado las muchas resistencias al mismo.

Atención a las superficies

Este método fue captado metafóricamente por Green (1974) cuando afirma: "no tiene sentido que el analista corra como una liebre si el paciente se mueve como una tortuga" (p. 420). Según Green, se ha producido un problema al utilizar esta técnica, porque:

"El análisis de lo preconsciente  y en concreto el uso del material analítico del paciente (en sus propias palabras) ha sido negado desde Freud. La razón para esto parece estar sencillamente en que, puesto que el preconsciente puede ser alcanzado por el consciente, la importancia de lo preconsciente es insignificante y el lenguaje es superficial. Para mí, sin embargo, este punto de vista es superficial en sí mismo" (p. 420, las cursivas son mías).

Ferro (2003), trabajando desde una orientación teórica muy distinta, y utilizando un lenguaje diferente, toca el tema de las superficies del siguiente modo:

Más arriba mencionaba mi contribución a una atmósfera serena, pero ¿qué significa eso exactamente? ¿El analista finge que está de acuerdo con todo o finge que no ha pasado nada? Yo respondería tajantemente que no a ambas preguntas, el analista no puede verse simplemente testando la temperatura y la distancia de las interpretaciones (Meltzer, 1976). Creo, sin embargo, que es esencial respetar el umbral de tolerancia del paciente a las interpretaciones, y reconocer que un sentimiento de persecución en las sesiones es un signo manifiesto de excesiva insistencia (p. 189-190, cursivas mías).

Conceptualmente, la noción de Paniagua de las tres superficies me parece la formulación más útil para apreciar un modo de trabajar que se centra en el uso preconsciente que el paciente hace del proceso. Paniagua acentúa que en todo momento hay tres superficies operando en el momento clínico. Primero está el paciente y lo que piensa y sobre lo que habla, luego está el analista y lo que piensa sobre el material del paciente, y luego está la superficie trabajable, ese espacio entre los pensamientos del paciente y los del analista que puede dar lugar a una intervención significativa que, tal como dice Fenichel (194) "no sea demasiado superficial ni demasiado profunda" (p.). Para decirlo de otro modo, intentamos decir algo significativo que favorezca el proceso analítico sin despertar demasiada ansiedad.

Al trabajar de este modo introducimos una sinergia entre los pensamientos y sentimientos internos del paciente y las intervenciones del analista. De nuevo enfatizamos la importancia de la escucha del analista a las asociaciones preconscientes del paciente. En lugar de transmitir el mensaje de que el insight se basa en una capacidad mágica, transmitimos que éste proviene de considerar lo que hay en la mente, emergiendo como un proceso mental, traducido y registrado por un oyente empático. El analista que es brillante leyendo el inconsciente puede estar en desventaja en lo que se refiere a esta técnica, puesto que puede no ser tan fácil traducir sus insights a  lo que puede ser sintetizado por el preconsciente del paciente.

Veamos, por ejemplo, un paciente que habla, inmediatamente antes de una larga pausa por vacaciones, de sentirse emocionalmente abandonado por un amigo. La superficie del paciente es que está disgustado porque su amigo lo ha abandonado. El analista puede estar pensando que se debe a la inminente interrupción. Esta es la superficie del analista. La superficie trabajable es si parte de las dos superficies en interacción puede serle útil al paciente. Lo que da lugar a un juicio relativo a que la superficie trabajable en cualquier momento es la integración de un complejo grupo de variables. En el ejemplo arriba mencionado puedo incluir las siguientes consideraciones: 1) el paciente puede ser narcisísticamente vulnerable, y ésta es una vulnerabilidad dentro de la serie de vulnerabilidades que se han expresado en el análisis; 2) esta es una incursión inusual en los sentimientos por parte del paciente; 3) la historia se cuenta de un modo aburrido, despegado, o con un odio gélido; 4) el analista puede estar conmovido, furioso o distante mientras el paciente está hablando. Al evaluar la superficie del paciente, uno puede notar que el paciente usa la historia como comienzo de un proceso asociativo que incluye una cierta autorreflexión – p. ej. "Me pregunto por qué se me viene esto  hoy a la mente". Esto puede decirse de un modo inquisitivo, o como parte de un patrón de autorrecriminación reflexivamente masoquista. Aunque la historia del paciente puede no parecer una expresión directa de disposición psicológica, puede ser traída durante un período de apertura a la comprensión psicológica en general, o de creciente apreciación de la ubicuidad de la transferencia. Como alternativa, el paciente puede describir el abandono como un acontecimiento puramente externo, sin interés aparente en por qué ha surgido el tema. Este desinterés puede ser fingido, sádico o masoquista. En resumen, las variables que desempeñan un papel en determinar la superficie trabajable son parte de una compleja cuadrícula. Todas ellas entran en el juicio del analista acerca de la superficie trabajable y forman parte de una evaluación continua de los componentes estructurales que operan dentro de un marco de trabajo dinámico en un momento dado.

Interpretar en la superficie requiere una evaluación de múltiples factores  y, finalmente, un juicio de la capacidad del yo para integrar significativamente una intervención. Frente a un analizando que habla de abandono antes de una pausa en el tratamiento, nos vemos impulsados desde la cómoda posición de entender como transferencia lo que está ocurriendo a preguntarnos por la relevancia de esta comprensión (aun siendo correcta) para el paciente cuando se consideran las estructuras mentales del paciente.

Uso de los métodos de análisis por parte del paciente

Del uso que el paciente hace de los métodos de análisis generalmente se derivan sorpresas y reflexión creativa, entre los cuales yo consideraría centrales los siguientes: asociación libre; autoobservación; autorreflexión; y autoindagación (Busch, 2007). Para la mayoría, la capacidad de usar estos métodos se desarrolla gradual y secuencialmente. Así, no esperaríamos que al principio de un análisis se diera la capacidad de autorreflexión analítica, debido a los temores inconscientes a la exploración. Más aún, no esperemos autoexploración a la mitad del análisis cuando el paciente comienza a explorar una nueva área. También, la asociación libre puede verse dificultada en cualquier momento.

Cada método se desarrolla gradualmente cuando trabajamos con las resistencias que inevitablemente tienen lugar. El análisis de la resistencia, bien hecho (Busch, 1992, Gray, 1982), debería llevar al paciente a un concepto de "mente" y a una libertad de mente cada vez mayor.  El escrutinio de nuestra literatura indica que a menudo debemos recordar que en la base de las resistencias están los mayores temores de nuestros pacientes. Por tanto, analizar cuidadosamente las resistencias para conocerlas (Joseph, 2004) es crucial para una mayor libertad de mente.

Lyle es un hombre de negocios de 45 años en su tercer año de análisis. Con el tiempo, ha logrado la capacidad de ver sus asociaciones como significativas y reflexionar sobre ellas. Estaba a punto de irse de viaje de negocios durante dos semanas. Su historia temprana está llena de angustia de separación y las manifestaciones de la misma eran evidentes durante su etapa adulta. Ha necesitado tratar las separaciones del analista como no-acontecimientos. Durante la mayor parte de esta sesión, Lyle habló de todo lo que había conseguido en las últimas 24 horas… es decir, tareas que necesitaban ser terminadas antes de que se marchara de viaje. El tenor general de lo que comunicaba es que era fácil hacerse cargo de todas estas cosas, y que controlaba lo que estaba sucediendo. Había un problema con un empleado que tenía que solucionar y que le requería algún tiempo, y aunque manifestaba manejarlo sin problemas, el hecho de que interfería con su sentimiento de tenerlo todo bajo control lo molestaba.

Las interpretaciones que me venían a la mente eran "está hablando de nuestra pausa, pero dejando a un lado toda referencia a la separación de mí, como si le asustara demasiado pensar en ello", o "Su pulsión de dominio es muy fuerte justo ahora, posiblemente para manejar los sentimientos en torno a nuestra separación", o "parece dejarme poco lugar para que yo diga algo, como si quisiera protegerse de cualquier sentimiento que pudiera tener si yo hablase". Lo que elegí decir fue "Hoy parece Vd. diferente. Es como si no hubiese un pensador escuchándolo hablar" ¿Cómo encaja esto con mi visión del saber psicoanalítico como proceso? En primer lugar, yo veo que Lyle se está defendiendo del significado, de modo que las interpretaciones de significado no serán particularmente útiles. Por eso las primeras interpretaciones en las que pensé podían no haber sido útiles en tanto que intentaban ayudarlo a entender el significado de lo que estaba diciendo, mientras que él se estaba defendiendo del significado. Lo más importante es que mi técnica está basada en la premisa de que sólo con un pensador, pensando, parafraseando a Bion, es posible la comprensión psicoanalítica. Por ello, en último caso tenemos que tener a alguien capaz de escuchar el significado de sus pensamientos, antes de que los pensamientos de paciente y analista puedan ser significativos. Alguien que escucha es un prerrequisito para la autoexploración, clave para el autoanálisis (Busch, 2007). De modo que es importante cómo el analizando logra comprensión y, en ocasiones, más que la comprensión como tal. En cierto momento, el paciente necesita ser tanto el que habla como el que escucha. Sólo así el paciente puede encontrar su propio camino hacia nuevos pensamientos e ideas.

Puestas en acto, identificación proyectiva y contratransferencia

Las puestas en acto de los pacientes y los usos que hacen de las identificaciones proyectivas provocan la contratransferencia del analista. Esto hace más complicado enfatizar el uso que el paciente hace del proceso, puesto que la comprensión proviene primero de la mente del analista, que sintetiza sentimientos, fragmentos de ideas, sensaciones corporales, etc. Sin embargo, una vez que el analista reconoce estas reacciones contratransferenciales y reflexiona sobre ellas, éstas han comenzado a ser procesadas, es decir, representadas dentro de la mente del analista. A partir de aquí el analista intenta formular en palabras la naturaleza específica de cómo el paciente intenta despertar la reacción contratransferencial del analista. Por esto, intentamos entender lo que un paciente está haciendo con nosotros[9] en sus palabras, tono, formulación de las frases e ideas expresadas. "Buenos días", dicho alegremente al analista, puede ser animoso, depresivo, crear distancia, desanimar y multitud de significados, dependiendo de las sutilezas en el tono, la formulación, la entonación y su contexto dentro de la transferencia, ocurriendo todo ello fuera de la conciencia. Es la colaboración con el paciente acerca de cómo tiene lugar esto lo que pone en marcha el análisis del proceso.

Nuestro foco primario en estas ocasiones es el proceso mediante el cual tienen lugar las identificaciones proyectivas y las puestas en acto, más allá del significado de las palabras individuales. Si nos centramos en el proceso, el contenido de un sueño se vuelve, momentáneamente, secundario ante aspectos como la forma en que se cuenta el sueño, si existen asociaciones con el sueño o no, cómo se usan los sueños en el análisis, etc. Escuchamos a un paciente contar un sueño al comienzo de cada sesión, y vemos que es señal de una recién adquirida capacidad para la regresión como resultado del trabajo analítico. Escuchamos a otro paciente hacer lo mismo y refunfuñamos internamente en tanto anticipamos que el paciente va a contar sumisamente un sueño que durará varias sesiones con un narrador ausente. Con el primer paciente es más probable que prestemos atención al contenido, y con el segundo al proceso. Con el primero, el proceso enfatiza el contenido, mientras que en el segundo, el proceso contradice al contenido; el proceso cuenta, entonces, una historia diferente a la del contenido.

Un aparente acertijo

Hace muchos años, estaba con un grupo de analistas discutiendo material clínico. Cuando estaba a punto de terminar la reunión, alguien planteó la cuestión: "¿Qué recordamos de nuestro análisis?" Mientras nos movíamos por la habitación, lo que inmediatamente vino a la mente de todos fueron las veces en que el analista era especialmente humano o no empático. Un momento de amabilidad o un período obtuso dominaban nuestro recuerdo del análisis. A la mayoría nos sorprendió la consistencia de este fenómeno y dio lugar a una discusión sobre el papel de la interpretación en psicoanálisis. De hecho, ninguna interpretación ni línea de interpretación era tan inmediatamente memorable como el tono afectivo del análisis, siempre captado microscópicamente en un acontecimiento concreto, aun cuando la mayoría sentía que el entenderse más a sí mismos era importante en su vida profesional y personal. Lo que parecía una conclusión ineludible en aquel momento, con la que generalmente estuvieron de acuerdo los miembros del grupo, era la importancia de la atmósfera en el marco analítico en comparación con el insight.

De vez en cuando, durante los años siguientes, me he planteado esta discusión. Al pensar en mis análisis, mi trabajo como analista y el de aquellos a quienes superviso, creo que he visto el profundo efecto del trabajo interpretativo continuado aunque en una atmósfera general de seguridad y humanidad. Muchos autores han escrito por qué funciona la interpretación, y la interpretación ha sido la base del tratamiento psicoanalítico desde sus inicios, a diferencia de lo que sucede cuando se habla con un buen amigo[10],  [11]. Entonces, ¿cómo explicamos la ausencia de recuerdos de interpretaciones en un grupo de analistas experimentados? Desde mi punto de vista, en la mayoría de los análisis "suficientemente buenos" no esperaríamos que el analizando recordara una interpretación concreta, ni siquiera un tema, a no ser en términos generales. En primer lugar, el estado de saber da lugar a una mayor estructura, la cual funciona silenciosamente. En segundo lugar, no sólo ayudamos a nuestro paciente a simplemente saber, sino que también lo ayudamos a cómo saber. No es de esperar que estos dos tipos de conocimiento den lugar a recuerdos de momentos significativos en el análisis. Los resultados del análisis se basan en el trabajo cotidiano y continuado, no en el flash de insight idealizado que a veces podemos hallar en las primeras publicaciones. Mi impresión es que lo que se recordaba en nuestro grupo era la atmósfera que permitía que el análisis tuviera o no lugar, y la transferencia que la seguía, a veces de forma defensiva.

Notas finales

Durante muchos años, los analistas se han visto sorprendidos por cómo los pacientes obtienen la capacidad de autoanalizarse. La conclusión, a menudo, ha sido que este logro no está basado en ningún método particular que el analista use, sino más bien en una identificación con la función analizante de éste. En resumen, a menudo se ha pensado que el que el analista analice conducirá a la capacidad de autoanálisis del paciente. La experiencia clínica parece no haber confirmado esto. Como he intentado demostrar, la capacidad de autoanálisis depende de nuestro método de analizar, incluyendo el método del paciente de enfocar el análisis. Más aún, cuanta más atención prestamos a cómo ayudamos al saber del paciente, más fácil será para éste saber cómo saber como parte de un análisis exitoso.

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[1]Uso "saber" como término relativo.

[2]Estos métodos de trabajo han sido explorados en diversas publicaciones. Si puedo reducirlo a sus puntos esenciales, se basa más en lo que el paciente puede decirnos que en lo que nos está diciendo o lo que podemos entender intuitivamente. He comparado esto con la diferencia entre hacer un puzzle, en el que tenemos todas las piezas, y buscar petróleo, donde no importa lo que se vea en la superficie.

*Nota de traducción: estado de tener conciencia.

*Nota de traducción: estado de introspección, de estar en contacto con la propia mente.

[3]Las técnicas que describiré son aplicables a mi visión general de cómo funciona el psicoanálisis (ver referencias). En esta sección sólo describiré su aplicación a fomentar el proceso del saber.

[4]No sugiero que no hagamos nunca una interpretación de este tipo. Tienen que pasar muchas cosas en el psicoanálisis antes de que un analizando pueda usar una interpretación así como algo más que un gesto empático.

[5]He ofrecido diversos ejemplos de esto en publicaciones anteriores (Busch, 1996, 1997).

[6]Hay, por supuesto, ocasiones en que es deseable interpretar más elípitica o metafóricamente, utilizando contenido simbólico. Lo que describo aquí es un modo de trabajar que favorece el proceso de pensar cuando se necesita.

[7]El siguiente ejemplo es de Busch (1996).

[8] Debido a la especificidad ya mencionada

[9] Digo con nosotros en lugar de a nosotros, puesto que la motivación principal puede ser autoprotectora.

[10] La atmósfera emocional en la que se ofrece una intervención es, por supuesto, crucial. Sin embargo, esto no sólo se refiere a la relación del par analítico, sino también al uso que el analista hace de la técnica psicoanalítica que da lugar a que las intervenciones sean generalmente lo suficientemente correctas sin despertar una angustia intolerable.

[11] Basándome en mi experiencia, sólo pasado un tiempo pude ver la complicada naturaleza del momento analítico que presenté al grupo aquél día. El día anterior había fallecido un buen amigo había fallecido y yo vine a la sesión en un estado de angustia, ostensiblemente por todo lo que tenía que hacer antes de ir ese día un poco más tarde al funeral. No podía pensar en nada más. Después de escuchar durante un rato, mi analista sugirió que dadas las circunstancias, debería sentirme libre de abandonar la sesión si creía que lo necesitaba. Dejé la sesión poco después. En aquél momento agradecí la capacidad de mi analista para ser flexible en un momento de una situación vital complicada. Sólo más adelante fui también capaz de entender este acontecimiento como una segunda puesta en acto de un abandono.