Número 052 2016
La inmoralidad en el cerebro adulto [Remmel, R.J. y Glenn, A.L.]
Autor: López Casares, Concha - Pérez Trinchant, IrinaPalabras clave
Moral, Inmoralidad, Trastorno de personalidad antisocial.
Las autoras comienzan este capítulo señalando cómo para la mayoría de la gente comportarse de forma moral en la vida diaria requiere poca reflexión. Sin embargo, cierta parte de los adultos carecen de esa conciencia moral que se presupone en la mayoria de los sujetos.
La evidencia científica sugiere que sus cerebros pueden reflejar diferencias. En este capítulo las autoras exploran distintos estudios que han medido la moralidad, así como aquellos en los que se ha hallado que esta moralidad es deficiente en la psicopatia y en el trastorno de personalidad antisocial.
La psicopatía y el trastorno de personalidad antisocial
De acuerdo con el DSM-5 (Asociación de Psiquiatría Americana, 2013), el trastorno de personalidad antisocial (TPA) es un desorden de la personalidad “caracterizado por un patrón generalizado de desprecio y violación de los derechos de los demás”. El TPA es el diagnóstico DSM más cercano a la psicopatía. Psicopatía, como tal, no figura en el DSM, si bien ha sido definido en los investigadores como un desorden de la personalidad caracterizado por rasgos interpersonales, afectivos y comportamentales que incluye manipulación, grandiosidad, afecto superficial, engaño, falta de empatía, impulsividad e irresponsabilidad (Hare, 2003).
Muchos psicópatas pueden entrar en el diagnóstico de TPA, pero no todos los individuos con TPA pueden considerarse psicópatas.
Una característica única en la psicopatía es que tienden a comprometer una gran cantidad de agresión instrumental (Blair, 2007 a). Las autoras citan a Willian, Hare y Wong (1987) para diferenciar la agresión instrumental de la agresión reactiva. Agresión instrumental sería una agresión controlada y deliberada que trata de alcanzar un fin. No está precedida de una emoción intensa, como ocurre con la agresión reactiva. La agresión instrumental tiende a ser premeditada, mientras que la agresión reactiva es impulsiva y generalmente se desencadena en respuesta a un sentimiento de amenaza o de provocación. Los psicópatas pueden también experimentar una agresión reactiva, pero lo hacen con altos niveles de violencia depredadora, lo cual implica una agresión instrumental.
La distinción entre agresión instrumental y reactiva es relevante en el estudio de la inmoralidad psicopatíca porque, contemplando esta diferenciación, se pone de manifiesto que los psicopatas, más que un mero fallo en la regulación emocional de la rabia, tienen una falta de preocupación por el bienestar de los demás. El tipo de comportamientos antisociales más comunes de estos sujeto, no son, no obstante, los actos ilegales y crímenes violentos, sino comportamientos como la manipulación o la mentira.
Las autoras afirmas que suelen diferenciarse cuatro aspectos en el estudio de la psicopatía: interpersonal, afectivo, estilo de vida y comportamiento antisocial. Algunos investigadores las agrupan en dos factores: el Factor 1 de la psicopatía hace referencia a los rasgos interpersonal/afectivo, y el Factor 2 al antisocial/estilo de vida.
En el ámbito forense, el instrumento comúnmente empleado para medir la psicopatía es la Escala de Evaluación de Psicopatía Revisada (PCL-R, Hare, 2003) que consiste en una entrevista semiestructurada y una evaluacion exhaustiva de grabaciones. Fuera del contexto carcelario se han desarrollado también La Escala de Psicopatía Autoinformada de Levenson (LSRP, Levenson, Kiehl & Fitzpatrick, 1995) y el Inventario de Personalidad Psicopática (PPI, Lilienfeld & Andrews,1996).
Moralidad y la toma de decisión moral
La Moralidad puede medirse y evaluarse de muy divesas formas. En este capítulo las autoras presentan el Dilema del Prisionero (DP) y los clásicos dilemas del Tranvia (Greene, Sommerville, Nystrom, Darley & Cohen, 2001). El DP describe una situación en la que dos hombres son acusados de robar un banco y matar a un empleado. Se les interroga por separado y no pueden comunicarse. Al menos uno de ellos tiene que confesar para ser condenado. Si ninguno de ellos confiesa, ambos serán acusados por un crimen menor y cumplirán cinco años en prisión. Si uno de ellos testifica mientras que el otro se niega, al hombre que testifica se le quitan los cargos, y el otro cumplirá 30 años en prisión. Si ambos testifican, cada uno cumplirá 10 años en prision. La salida más conveniente para ambos es permanecer en silencio, lo cual es una estrategia de cooperación. Sin embargo, la mejor salida para cada uno individualmente es testificar y que la otra persona no lo haga, lo cual es una estrategia engañosa. Este dilema se ha adaptado tambien cambiando la sentencia de prisión por ganancias monetarias.
El dilema del tranvia incuye un dilema personal y otro impersonal. En la formulación impersonal, un tranvia va precipitándose por una vía que se encamina hacia cinco personas; todas morirán si les arrolla. Se puede tirar de una palanca para cambiar el tranvía de vía, en cuyo caso se salvan las cinco pero se mata a otra persona. En la formulación personal del dilema, se está de pié en un puente, junto a una persona desconocida y corpulenta, mirando a las vías justo entre el tranvía y las cinco personas. Se puede empujar al desconocido a las vias para que su cuerpo detenga el tranvía. De nuevo estaríamos ante una acción que mataria a una persona y salvaría a cinco. La mayor parte de la gente dice que deben tirar de la palanca para cambiar el tranvía de vía, pero no deben empujar al hombre corpulento. (Greene Sommerville, Nystron, Darley & Cohen, 2001).
En un estudio de fMRI (Imagen por Resonancia Magnética funcional) realizado con poblacion normalizada, Greene et al (2001), encontraron que el giro frontal medio, el giro cingulado posterior y el giro angular bilateral (también conocido como giro temporal superior) se encontraban significativamente más activados en la presentación del dilema personal que en la presentación impersonal. Estas tres áreas constituyen un circuito que reacciona cuando un individuo toma una decision con significado moral de algún tipo.
En otra investigación anterior de fMRI, sobre las vías que se activan cuando una persona esta visionando estímulos morales, y comparando con las que se activan al visionar estímulos desagradables no-morales, Moll et al (2002) encontraron que el córtex orbitofrontal medial derecho (OFC), el giro frontal medial y el córtex que rodea al giro angular derecho estaban todos activados. El estudio concluye que siendo en ambos casos visiones desagradables, al contemplar trasgresiones de la moralidad lo procesamos de forma diferente que al visionar estímulos desagradables pero no morales en su naturaleza. Los estímulos morales se procesan de manera única en el cerebro.
El córtex prefrontal ventromedial o zona ventromedial de la corteza prefrontal (vmPFC) también parece jugar un papel en la moralidad, pero solo cuando interviene un componente socio-emocional. En un estudio de pacientes con lesiones en el vmPFC (Koenigs et al, 2007), encontraron altos niveles de juicios utilitarios (elegir salvar a muchos sobre unos pocos, aun cuando esto lleve consigo algo tan aversivo emocionalmente como matar a un niño), frente a otros patrones de respuesta cuando los dilemas morales no tenian esta connotación socio.emocional. Sus resultados mostraron la importancia del córtex prefrontal ventromedial (vmPFC) en los procesos de respuesta emocional y en la toma de decisiones morales.
También la zona medial mayor del córtex prefontal/frontopolar parece jugar un papel importante en otras situaciones morales. Diversos estudios así lo han mostrado: (Moll et al, 2002), (Harenski & Hamann,2006), (Moll et al, 2005), (de Oliveira-Souza & Moll, 2000), (Heekeren, Wartenburger, Schwintowski & Villringer, 2003) y (Borg, Hynes, Van Horn, Grafton & Sinnott-Astrong, 2006). Parece que estas áreas del cerebro pueden ser importantes en la moralidad porque ayudan a procesar los componentes emocional y social de los estímulos morales.
Además de las estructuras frontal y límbica, algunas estructuras del lóbulo temporal están comprometidas en la moralidad. El surco temporal superior (adyacente al giro angular y el giro temporal superior) parece jugar un papel en la detección de los estímulos morales (Moll et al, 2002) diferenciandolos de otros estimulos desagradables pero no-morales; así como en la distinción entre dilemas personales e impersonale (Greene et al, 2004).
Las autoras citan a Greene et al 2004 para concluir que, cuando una persona hace juicios utilitarios el giro angular derecho, el giro temporal medio derecho y el giro temporal inferior izquierdo están más activos.
Se ha encontrado de forma consistente que el procesamiento de información moralmente relevante incluye varias regiones del córtex prefrontal (PFC), el giro angular y el giro posterior cingulado. Este conjunto de regiones se han venido a asignar como el “circuito neural moral” aunque otras áreas del cerebro también puedan jugar un papel importante (Raine & Yang, 2006).
En la poblacion de individuos con TPA y psicopatía, estas áreas se ha visto que son deficitarias. Un meta-análisis de 43 estudios con población antisocial (Yang & Raine, 2009) ha dado como resultado que los déficit funcionales en el córtex orbitofrontal (OFC) derecho, el córtex dorsolateral derecho (dlPFC), y el córtex cingulado anterior derecho (ACC) están altamente asociados con el comportamiento antisocial.
Moralidad y los déficits en psicopatía y en TPA
Presentar comportamientos inmorales, como mentir o delinquir, son rasgos centrales en la psicopatía y el TPA. Los estudios de imágenes cerebrales realizados con muestras forenses y comunitarias han mostrado que los sujetos con psicopatía y TPA comparten un gran número de deficiencias cerebrales en areas implicadas en la moralidad y el juicio moral. Los resultados indicarían que estos sujetos carecen de emociones sociales tales como la culpa o la vergüenza, de tal modo que al no padeder estas emociones negativas cuando trasgreden la moral, su conducta antisocial no quedaría condicionada negativamente para evitar estos comportamientos en el futuro.
Otra posible explicación es que los psicópatas tienen disminuida la habilidad para reconocer señales de sufrimiento en los otros. Las autoras citan a Blair et al. (2004) en un estudio que realizaron donde mostraban imágenes faciales con expresiones emocionales, de variada intensidad, a un grupo de psicópatas y a un grupo control de reclusos. Hallaron que los psicópatas hacen más identificaciones incorrectas que el grupo control. Esto era particularmente cierto cuando se presentaban rostros que expresaban miedo, incluso en los designados por los investigadores como de máxima intensidad de miedo. Si los psicópatas no detectan el miedo en el rostro de los demás, es menos probable que puedan contenerse cuando les dañan. Estas dos explicaciones no son excluyentes, de tal forma que los psicópatas pueden tener tanto un déficit en el reconocimiento del sufrimiento ajeno como un déficit en el procesamiento de la emoción.
En otra investigación comportamental, Glenn et al. (Glenn, Koleva, Iyer, Graham & Ditto, 2010) hallaron que las personas que puntúan alto en psicopatía están menos inclinadas a basar sus opiniones en características morales que aquellas que puntúan bajo en psicopatía. Esto sugiere una identidad moral reducida en el caso de la psicopatía, entendiendo que tener una fuerte identidad moral motiva a la persona a comportarse moralmente, y no tenerla contribuye a una mayor ocurrencia de comportamientos inmorales.
Algunos investigadores sugieren que a nivel de comportamiento los psicópatas son capaces de diferenciar una acción moralmente ‘correcta’ de una ‘incorrecta’, al igual que lo hacen los no-psicópatas, (Cima, Tonnaer & Hauser, 2010). Cima et al. (2010) sostiene que el razonamiento moral deficiente o el comportamiento psicopático no provienen de un fallo lógico o una falta de conocimiento, sino más bien son el resultado de un procesamiento emocional anormal. Parece que estos sujetos podrían saber cognitivamente que sus actos se consideran inmorales pero no sienten la esperada reacción emocional negativa que impediría a la mayoría de la gente cometer tales actos.
Las autoras citan a Motzkin, Newman, Kiehl & Koenings, 2011; Carré, Hyde, Neumann, Viding & Hariri, 2013), cuyos hallazgos muestran un posible funcionamiento anormal de la amígdala. La amígdala juega un papel importante en el tipo de aprendizaje basado en el reforzamiento del estímulo y en el procesamiento de la emoción, especialmente en la emoción de miedo.
Blair (2007 b) argumenta que la disfunción en la amígdala y el cortex prefrontal ventromedial (vmPFC) puede explicar por qué la toma de decisiones basada en el reforzamiento, incluyendo la toma de decisiones morales, está alterada en los psicópatas. Estos sujetos carecen de las características propias del aprendizaje basado en el miedo, debido a los déficits en la amígdala o en las conexiones entre la amígdala y el córtex orbitofrontal (OFC) y el córtex prefrontal (PFC),
Las autoras afirman que, aunque el funcionamiento de la amígdala estuviera intacto, si las conexiones entre la amígdala y el OFC/PFC son deficientes, la información que procesa la amígdala no se trasmitirá adecuadamente al OFC y al PFC y no se podrá utilizar esta información en la toma de decisiones o en llevar un plan de acción. En consecuencia, la conectividad deficiente entre las áreas del cerebro puede ser tan importante como la disfunción en las mismas regiones.
Las autoras citan a Glenn eta al. (Glenn, Raine & Schug, 2009), en un estudio en el que utilizando el dilema del Tranvia, anteriormente expuesto, compararon el funcionamiento cerebral en tres situaciones: dilema moral personal (decisiones emocionales), dilema moral impersonal (decisión no-emocional), y dilemas no-morales. Encontraron que los sujetos con puntuaciones altas en psicopatía mostraron una actividad decreciente de la amígdala durante la toma de decisiones moral-emocional, en comparación con los sujetos que puntuaron bajo en psicopatía. Esta falta de reactividad de la amígdala puede indicar que no detectan como emocionalmente aversivo el pensamiento de dañar a otro.
Las autoras citan las siguientes investigaciones:
Laakso et al. (2002) hallaron que los delincuentes violentos diagnosticados de TPA mostraron volúmenes reducidos en el córtex orbitofrontal izquierdo y en el córtex prefrontal dorsolateral izquierdo (dlPFC).
Veit et al., (2002) en un estudio en el que se examina el condicionamiento aversivo, hallaron que los psicópatas dieron la menor activación en el córtex orbitofrontal, así como en la insula bilateral, el cingulado anterior, la amígdala derecha, y el dlPFC.
Oliveira-Souza et al., (2008), en una muestra comunitaria de individuos altos en psicopatía, hallaron reducciones en la concentración de materia gris (GMC) del córtex frontopolar (FPC) el cual está asociado con los juicios morales (Borg, Hynes, VanHorn, Grafton & Sinnott-Armstrong, 2006; Moll et al., 2001). Aplicando una escala de psicopatía para la investigación (PCL-SV), estos autores también encontraron que las reducciones en materia gris (GMC) estaban significativa e inversamente relacionadas con las puntuaciones totales en psicopatía y de Factor 1. Esto sugiere que una región del cerebro que está implicada en la moralidad, puede contribuir a los rasgos interpersonal/afectivo de la psicopatía pero no necesariamente a los rasgos antisocial/estilo de vida.
Rilling et al.,(2007), en una investigación sobre el razonamiento moral apoya estos hallazgos. Utilizando el Dilema del Prisionero muestran que los sujetos con puntuaciones altas en psicopatia presentan menor activación en el OFC cuando se coopera que cuando se engaña. Y cuando cooperan, encontraron más activación en el dlPFC. (Pujol et al., 2012) hallaron que los psicópatas mostraban una activación decreciente en el córtex frontal medial en dilemas morales.
Los resultados de las investigaciones precedentes sugieren que el córtex prefrontal lateral y el medial, así como el córtex orbitofrontal estan implicados en la moralidad y la toma de decisiones moral, y funcionan de manera diferente en los psicópatas y en los no-psicópatas.
Otra evidencia de la disfunción del córtex frontal proviene de un estudio (Harenski, Harenski, Shane & Kiehl, 2010) en el que se les pide a delincuentes psicópatas y no-psicópatas que evaluen la severidad de las transgresiones morales y no-morales presentadas en fotografías. Los resultados indican que los psicópatas procesan las decisiones morales implicando areas del cerebro diferentes a las que están implicadas en los no-psicopatas. Asi mismo encontraron en los psicópatas que el córtex prefrontal puede estar en una actividad especialmente baja.
Para las autoras, las investigaciones anteriores demuestran que el vmPFC es crucial en la codificación del valor emocional del estímulo (Koenings et al., 2007; Roll, 2000) y que está implicado en diferentes tipos de decisiones morales que van desde los juicios simples a los dilemas más complejos (Prehn et al., 2008). Se puede entender que si el córtex prefrontal en los psicópatas es incapaz de codificar correctamente la naturaleza emocional de un estímulo, entonces la amígdala podría no estar incorporada en el procesamiento de ese estímulo. En algunos casos esto podría explicar por qué la reactividad de la amígdala es baja en los psicópatas ante los estímulos emocionales.
Pujol et al., (2012) encontraron, además, que los psicópatas mostraban un desempeño reducido en el córtex posterior cinculado, comparado con el grupo control. A los participante se les pedía contestar si los personajes de los dilemas morales que se les mostraba, debían o no cometer el acto propuesto. Los autores informaron que los psicópatas tenian una actividad reducida en la comisura del hipocampo/amígdala comparado con los no-psicópatas.
Para terminar este apartado las autoras sostienen que el giro angular es otro área importante en la moralidad que está comprometida en el comportamiento antisocial. Empleando la tomografía de emisión de positrones (PET), Raine, Buchsbaum y LaCasse (1997) hallaron en una muestra de homicidas un bajo metabolismo de glucosa en el giro angular izquierdo, comparado con el grupo control. Sodestrom, Tulberth, Wikkelsö, Ekholm & Forsman, (2000), encontraron en una muestra de criminales violentos un flujo sanguineo reducido en el lóbulo temporal, incluyendo el giro angular, lo que les llevó a hipotetizar que esto podría contribuir a la violencia que estos sujetos exhiben.
Conclusiones
La evidencia de los estudios demuestra que los sujetos psicópatas y con TPA, muestran anomalías o déficit en el funcionamiento de algunas áreas del cerebro involucradas en el procesamiento moral de los estímulos. Múltiples estudios apuntan a déficits en regiones del cerebro tales como la amígdala, el córtex prefrontal (incluyendo el córtex orbitofrontal) y el giro angular. Estas áreas están todas ellas implicadas en procesar el razonamiento moral, y las diferencias individuales en el funcionamiento de estas áreas, ayudará a explicar las diferencias que exhiben los diferentes sujetos con TPA y psicópatas.
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