aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Número 068 2021 Clínica psicoanalítica y desigualdad social

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Clínica psicoanalítica y desigualdad social

Psychoanalytic clinic and social inequality

Autor: Díaz-Benjumea, Lola J.

Para citar este artículo

Díaz Benjumea, L. J. Editorial. Aperturas Psicoanalíticas (68). 


En su historia y con pocas excepciones, el psicoanálisis no ha prestado atención a la realidad social como condicionante de la forma de ser y de las patologías de los sujetos, en su reflejo en la clínica. Una cierta apertura tuvo lugar con la introducción del concepto de género en los 80, no sin resistencias. Pero el momento presente se caracteriza por este interés y con abundancia de trabajos, emergente sin duda ante las profundas crisis sociales de diversa índole en el planeta y la sobreinformación que recibimos. La sensibilidad ha cambiado, el desarrollo individual y los vínculos particulares no bastan para explicar el sufrimiento de las personas, impera la conciencia de cómo el entorno social nos afecta y condiciona, como también necesariamente a nuestra forma de trabajar. Se hace evidente que la historia personal y las relaciones intersubjetivas particulares no pueden explicar en su totalidad cómo sentimos, qué tipo de problemáticas tratamos, ni dar respuestas a cómo abordarlo en el vínculo terapéutico. Es necesaria la mirada hacia el contexto amplio: grupal, social, ideológico y político. En este número enfocamos estas temáticas.

Joseba Achotegui escribe sobre el fenómeno de la migración debida a la necesidad de supervivencia, la precariedad o el peligro, siendo a su vez ilegal. Basándose en su experiencia de trabajo en un centro de asistencia psicológica a inmigrantes, acuña el término síndrome de Ulises, referido a lo que el autor llama duelo migratorio extremo. El autor se basa en el concepto de duelo de Freud como trabajo interno en el que hay un proceso de desvinculación de lo perdido, diferenciándose el duelo normal del patológico. También, rescata la teorización de M. Klein del estado paranoide como defensa ante al duelo, frente al estado depresivo, que implica su aceptación. Achotegui aplica estas ideas al fenómeno de la migración para conceptualizar el duelo migratorio, describiendo con claridad sus particulares características y sus distintos tipos, que dependen de las condiciones que acompañan a la migración. Igualmente, toma la descripción del duelo en el DSM-V para plantear la necesidad de completarla incorporando las características del duelo migratorio y de su forma extrema, el sindrome de Ulises. Finalmente, explica los riesgos que pueden desembocar en síndrome de Ulises, relacionados todos con ansiedades autoconservativas que llevan a la desregulación emocional y defensas pseudopsicóticas, las cuales son específicas del origen cultural de los sujetos. La tesis del autor es que síndrome de Ulises no es propiamente un trastorno, sino una reacción ante un contexto que lleva al sujeto al límite de sus recursos. Alerta del peligro de no tener conocimiento de este síndrome, lo que puede llevar a banalizarlo, a medicalizarlo y a no tratarlo adecuadamente desde el ámbito de la salud mental.

Las autoras Kelly Banks, Andolyn Medina, Pamela Blackwell, Aiyanna Archer, Victoria Todd y Jesse Walker escriben sobre sus vivencias como mujeres negras estudiantes aspirantes a la práctica de la psicoterapia psicoanalítica en EE. UU., en un periodo político en que las agresiones raciales de distintos tipos son especialmente agudas y emerge la conciencia de todo esto. Ellas describen sus vivencias sobre la imagen de mujer negra que inconscientemente se impone y lleva a actuaciones por parte de los formadores, lo que cada una ha padecido a lo largo de su recorrido como clínicas, ya sea en las clases, la supervisión de casos o bien en la misma práctica, en la relación terapeuta-paciente. Las autoras rescatan el término melancolía de Freud para referirse al daño racial, aquel provocado por la agresión racial explícita pero, sobre todo, implícita en el día a día. Sostienen que el racismo es psicológicamente perjudicial y, minuciosamente, describen los sutiles e implícitos abusos que son pasados por alto, y así se perpetúan, incluso estando en un colectivo psicoanalítico que es socialmente consciente, psicoanalizado y sensible al sufrimiento humano. En sus relatos particulares muestran sus experiencias de relaciones de poder subliminales, fenómenos que pueden nombrarse con conceptos psicoanalíticos creados para el trauma como son la identificación con el agresor, el cuestionamiento de la prueba de realidad (bajo la presión de recibir luz de gas), la experiencia de que se sobrepasan los límites de contacto corporal convencionales sin ninguna conciencia por parte de quien lo hace, la menor credibilidad que se otorga a su criterio clínico y las particulares actitudes de los supervisores ante la autorrevelación cuando es practicada por una mujer negra. Las autoras ilustran su trabajo con conmovedoras viñetas que muestran las difíciles elecciones clínicas a que se enfrentan cuando la desigualdad racial es parte importante de los procesos de transferencia-contratransferencia.

Mark Dangerfield describe un programa de intervención a domicilio desarrollado en Barcelona, dirigido a adolescentes con riesgo alto de psicopatología y de exclusión social con patologías múltiples y complejas. El objetivo de partida es adaptar el medio psicoterapéutico a la población atendida, contrariamente a lo que suele ocurrir, reuniendo un equipo diverso de profesionales de la salud que funciona horizontalmente, cuyo principal objetivo es poner las bases para que se desarrolle en el adolescente la confianza epistémica, sentimiento de que es fiable lo que el otro nos comunica tanto con información como con sus emociones. Entienden que la actitud de estos adolescentes de no acudir al centro de salud tiene un papel adaptativo, derivado de las vivencias adversas que han sufrido, con la consecuencia de no conectar mínimamente con su dolor y fragilidad. La intervención enfoca la mentalización y se caracteriza porque la asistencia se realiza en el propio domicilio. Entre los objetivos está captar las relaciones ya existentes en la vida de estos jóvenes pero que ellos no pueden aprovechar por su desconfianza básica. Se atiende a los potenciales fallos en la mentalización de los profesionales implicados, para facilitar el vínculo con los adolescentes, y se atiende también al equipo en sí mismo, practicando la actitud mentalizadora en las reuniones de trabajo. El autor ilustra este proceso con dos casos.

Patricia Gherovici relata su experiencia impartiendo terapia psicoanalítica en barrios pobres y racializados de Filadelfia. Sostiene que, si bien el inconsciente existe en todas las clases sociales, el psicoanálisis americano especialmente ha dejado de lado este hecho, pues siendo un país multirracial no se ha producido una integración real de comunidades como la latina o la negra, que tienen poco acceso a tratamiento psicoterapéutico. La autora reta la creencia de que la urgencia por necesidades básicas de los pobres los deja sin capacidad para otras intervenciones que no sean las centradas en los síntomas, y aboga por tratar a los pacientes como sujetos, lo que genera precisamente más agencia y capacidad de asumir responsabilidad. Nos recuerda el compromiso de Freud con las clases trabajadoras, que fue compartido también por otros autores posteriores, señalando que estas son experiencias que han caído en el olvido en la historia psicoanalítica. Gherovici afirma que existe una tensión en el psicoanálisis entre un universalismo que esconde una visión marginada de la alteridad, y por otro lado un interés por abordar todos los temas humanos. Entra en el análisis del propio judaísmo de Freud, así como en un análisis de los significados del otro en psicoanálisis, el otro interno que es objeto tanto de amor como de odio, un odio que sirve también para la diferenciación. Este hilo la lleva a las aportaciones de Winnicott sobre el odio como experiencia interna omnipresente que es necesario reconocer y a las contribuciones de Lacan. El texto está plagado de referencias tanto literarias como de la historia del psicoanálisis, y concluye con una rica e ilustrativa historia clínica.

Nicolas Evzonas explora la intersección del género y la “raza”. Para ello realiza una amplia descripción y un análisis minucioso de los desarrollos de Laplanche sobre el género, el sexo y la sexualidad, autor para quien la subjetividad incluye elementos sociales e intrapsíquicos, una perspectiva que Evzonas apoya por ser desnaturalizante y desesencializante. Las aportaciones de Laplanche que trae el autor son relacionadas con posiciones posteriores de psicoanalistas norteamericanas que escriben sobre el género, como Goldner y Saketopoulou. Lo central de su propuesta es que hay una intersección de las aportaciones verticales -de las figuras de apego a las criaturas- y de las horizontales -que provienen del entorno cultural. Estas últimas tienen mayor peso en la adolescencia y la juventud, y son incorporadas por el sujeto en esta etapa no de manera pasiva, sino en la medida que activan los objetos internos y los significantes enigmáticos que recibieron de ellos. En esta intersección se produce una tensión de significantes que puede llegar a causar difusión de identidad y disforia de género. Ante la cuestión de por qué, siendo múltiples los mensajes, persiste el binarismo de género, Evzonas sigue la idea de Laplanche de que el sexo retraduce el género, de ahí que, ante una multiplicidad de mensajes de género, acabe imperando el binarismo. Sin embargo, encuentra el autor un límite a la teoría de Laplanche en lo referido a las relaciones de poder que implica el binarismo, por lo que acude a feministas de diversos campos, como Butler, o Heritier. Por tanto, la propuesta definitiva de Evzonas en este trabajo es ampliar la comprensión a que se ha llegado a partir de los significantes enigmáticos de sexo/género a otros elementos identitarios como son la “raza”, la religión o la etnia, con el mismo resultado de desencadenar identidades desautorizadas.

Jay Frankel reflexiona sobre las dinámicas inconscientes que subyacen en las personas que toleran o incluso promueven lideres opresores, quienes no defienden sus intereses sino todo lo contrario. Se pregunta por qué tras grandes crisis económicas suele aumentar la fuerza de partidos de ultraderecha en los países democráticos. Como gran conocedor de Ferenci, Frankel aplica aquí el concepto de identificación con el agresor (recuerdo al lector que en el número 11 de Aperturas se publicó el artículo clave de Frankel sobre este concepto). El autor basa su estudio en la fantasía narcisista compensatoria, que en distinta modalidad se presenta tanto en los opresores como en los oprimidos. Desengranado los elementos que causan la opresión social, refiere el sadomasoquismo que se da de forma diferenciada en los gobernantes y en los oprimidos: estados de indefensión llevan a la defensa masoquista del oprimido, que evita el sentimiento de impotencia e idealiza al poderoso; por otro lado, el sadismo está presente en líderes fuertes. La posición esquizoparanoide de M. Klein es el segundo concepto explicativo, aplicado aquí al funcionamiento psíquico de los oprimidos, que disocian al objeto en completamente bueno y completamente malo, llevando al tribalismo. La defensa maníaca aparece en los líderes autoritarios, que desdeñan la debilidad. Por último, aporta la idea de un sentimiento de verdad emocional, que surge como reacción de la gente al sentirse amenazada y que el autor considera fundamento del tribalismo, del sentimiento de agravio comparativo y de la victimización.

Pratyusha Tumala-Narra sostiene la necesidad de incluir en la tarea psicoanalítica la competencia cultural, que conlleva la capacidad del terapeuta para escuchar a pacientes de otra procedencia cultural sin entenderlos como si pertenecieran a la suya, lo cual implica la conciencia de los propios estereotipos culturales, una idea que nació a mediados del pasado siglo dentro de la práctica de la psicología vinculada al concepto de justicia social. La autora la rescata y sostiene que desde el psicoanálisis es posible reelaborarlo y aplicarlo a nuestra práctica clínica. Refiere datos que constatan que, en los casos clínicos publicados, así como en los manuales o en los instrumentos diagnósticos en nuestro campo, no suele haber referencia alguna a la procedencia geográfica, la etnia del paciente o a su ajuste social, algo presente desde en los comienzos, ya que Freud nunca consideró relevante hablar de la etnia a pesar de su propia experiencia con el antisemitismo. Tummala-Narra realiza un breve recorrido por la historia del psicoanálisis para ilustrar cómo se ha tratado el tema de la relación de lo psíquico con lo social en las sucesivas escuelas predominantes, y se detiene en la escuela relacional para narrar propuestas de autores, o bien de teorías (como las relaciones objetales, o el apego) que han prestado atención a cuestiones como género, raza, clase social, inmigración, religión, orientación sexual o discapacidad física. En las últimas décadas, el racismo, la inmigración, han sido cuestiones visualizadas y se ha tomado conciencia del etnocentrismo existente en las teorías predominantes, lo cual ha llevado a investigar por ejemplo el ensalzamiento del individualismo, considerado como valor universal pero que en realidad es específico de nuestra cultura, mientras que otras tienen valores colectivistas y de interdependencia; o temas como la raza y la inmigración, el trauma postcolonial, o la homofobia. Tummala-Narra se detiene en los distintos enfoques actuales desde los que se aborda la competencia cultural, como son ampliar el autoexamen, el reconocimiento de la narrativa indígena, la comprensión de los matices del lenguaje y el afecto en el vínculo psicoterapéutico, la exploración de la opresión social y reconocer cómo se negocian las intersecciones culturales dentro de la relación terapéutica. La autora aboga por la inclusión de la competencia cultural en la formación dentro de las sociedades psicoanalíticas.

En el apartado de reseñas, Yolanda Domene trabaja el premiado artículo de Dianne Powell publicado en 2018 sobre el racismo silenciado en la comunidad psicoanalítica americana; Elena Calvo  lo hace con una serie de artículos publicados en un monográfico de Journal of Infant, Child, and Adolescent Psychotherapy en 2019, que tratan del trabajo con niños y adolescentes inmigrantes, y Vicente Brox reseña la obra clásica de Leon y Rebeca Grinberg de 1996 sobre  psicoanálisis de la emigración y del exilio. Finalmente, en la entrevista de video de este número, Virginia Fernández es entrevistada por Carlos Pitillas sobre su experiencia de trabajo psicoterapéutico con población inmigrante en Estados Unidos.