aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Número 059 2018 Monográfico. El psicoanálisis en los últimos veinte años II. La técnica

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El psicoanálisis en los últimos veinte años II. La técnica

The psychoanalysis in the last twenty years II. The technique

Autor: Glocer Fiorini, Leticia

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Para citar este artículo: Glocer Fiorini, L. (octubre, 2018) Editorial. Aperturas Psicoanalíticas, 59. Recuperado de: http://aperturas.org/articulo.php?articulo=0001045

 

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El psicoanálisis contemporáneo se caracteriza por una multiplicidad de teorías y prácticas clínicas que es necesario abordar. Esto se da en un contexto epocal en el que la caída de los ideales, los fenómenos de violencia (étnica, religiosa, de género, racial), el abuso sexual infantil, los avances de la globalización, las exigencias de aceleración en los tiempos en la vida cotidiana, la cultura virtual, las migraciones, la desocupación, coexisten con cambios en las subjetividades y en las presentaciones clínicas. El auge de presentaciones no neuróticas así como de diversidades sexuales y de género, nos obliga a poner en contacto nuestras prácticas con estos fenómenos.

Estas características del mundo actual conducen a revisar la vigencia de nuestras herramientas en las últimas décadas en base a las propuestas de autores contemporáneos. En este número se han seleccionado artículos que abordan algunos de esos aportes que amplían y revisan las propuestas clásicas tanto desde el punto de vista de la técnica como de las teorías que la sustentan. Por cierto, la referencia a la técnica está tomada en un sentido ampliado y no como un manual de indicaciones a implementar esquemáticamente.

Indudablemente este análisis requiere también pensar que la vigencia del psicoanálisis y sus proyecciones futuras dependen en gran medida de la capacidad de repensar y expandir conceptos, lo que implica ampliar el campo de la escucha y de las intervenciones posibles. Esto es imprescindible si pensamos en un psicoanálisis en movimiento, atento a las pluralidades subjetivas, al tipo de presentaciones clínicas así como a la singularidad que se despliega en cada consulta. En este marco, es ineludible pensar que la subjetividad se construye en relación con la primacía del otro, como sostenía Laplanche.

Las características de la práctica clínica no pueden ser independientes de los ejes cruciales del psicoanálisis pero tampoco de los cambios que se constatan en las culturas y subculturas actuales, que tienen fuerte impacto en la construcción de subjetividad.

Freud fue construyendo y también modificando su práctica, atento al tipo de pacientes y asimismo al modo en el que él se sentía más cómodo. Es muy conocida su posición con respecto a implementar una técnica activa en los pacientes fóbicos. También se preocupó sobre la posibilidad de que el psicoanálisis pueda ser aplicado en extensión a la población. Ya en esa época, Ferenczi avanzó en modificaciones de la técnica que generaron oposición en su tiempo. Estas propuestas se ramificaron, como se verá en el curso de los trabajos publicados en este número.

Por cierto, hay muchas variables a revisar, acorde con otro tipo de presentaciones que se apartan de las neurosis clásicas, e incluso mismo dentro del modelo de la neurosis. Si se enfoca la cuestión del encuadre, surge inmediatamente la pregunta: ¿puede haber un encuadre fijo para distintos tipos de pacientes y de problemáticas? ¿Es la frecuencia de sesiones un determinante fundamental? ¿Es indispensable el diván? ¿Cambia la técnica en los análisis de formación? Muchas de estas preguntas han sido formuladas por distintos analistas desde hace décadas.

Con respecto a la transferencia y contratransferencia, también su implementación varía mucho según las teorías en juego. No es lo mismo el uso de la interpretación constante y explícita del “aquí y ahora” que trabajar con la transferencia como base, “en transferencia”.

Asimismo, es indudable que la asociación libre y la atención flotante tienen sus límites; se trata de ampliarlos y expandirlos favoreciendo una escucha abierta, porosa. 

En cuanto a la neutralidad, el debate sigue hasta la actualidad entre aquellos que sostienen que es imposible sostenerla y los que piensan que hay una necesidad de una neutralidad “posible”. En esto está incluida también la abstinencia recomendada por Freud, pero cuya interpretación y límites varían en diferentes analistas. 

Cada uno de estos puntos debería repensarse en cada encuentro analítico e inclusive, en cada sesión,  grupo de sesiones y momentos del análisis. Hay muchos otros temas que hacen a la teoría de la técnica, como el papel de la regresión y si debe ser inducida o no en el curso de una terapia. Esto implica también cómo se conceptualiza el interjuego regresión-progresión.

En este contexto, también está en juego el concepto de repetición que se maneje y cómo se piensa la posibilidad de generar diferencia en el curso del análisis. Ciertamente, en el conjunto de estos factores hay que incluir qué papel se le da a la historia infantil. En esta línea es importante tener en cuenta si se maneja o no el concepto de historización y cómo se conceptualiza el recuerdo. Y no es de menor importancia la noción de futuro que sustenten los psicoanalistas.

Todos estos puntos marcan las herramientas de la práctica clínica y no se refieren a una simple decisión “técnica” sino que responden a las teorías implícitas y explícitas a disposición de cada analista.

Están en juego el concepto de psiquismo, de sujeto, de “salud mental”, el papel del yo, la relación inconsciente-preconsciente, que maneje cada analista. A esto se agregan otras propuestas teórico-clínicas, como la teoría del apego y su implementación dentro de las herramientas psicoanalíticas disponibles.

Todas las variables mencionadas son, todavía actualmente, debatidas por distintas escuelas psicoanalíticas y psicoterapéuticas. Esto se da en el marco de una transición importante de la posición del analista desde una neutralidad a ultranza, el analista como espejo, a considerar la perspectiva de “encuentro analítico”. En este marco, es necesario recordar el concepto de campo analítico de M. y W. Baranger, que publican en 1961. Esta propuesta va más allá de introducir la noción de intersubjetividad y el papel del objeto en la construcción de subjetividad. Conceptualizan la noción de campo como un espacio que se construye entre analista y paciente, una fantasía básica inconsciente, que sólo existe en función de ese encuentro. Este es un aporte que marca fuertemente las herramientas técnicas a utilizar.  

Este número de la revista está atravesado por estas problemáticas a través de las diferentes propuestas, que sintetizamos a continuación.

En “Avances clínicos de la teoría del vínculo de apego en los últimos 25 años”, Mauricio Cortina subraya la importancia de la teoría del apego para comprender fenómenos clínicos que de otra manera podría pasar desapercibidos. El autor enfatiza la utilidad de considerar la regulación emocional que evidencian las relaciones de apego durante toda la vida. Desde esta perspectiva, despliega los efectos de su aplicación en las figuras de apego, especialmente las madres, enfocando las posibles actitudes de intrusión con respecto a los niños. Asimismo destaca el interés de su uso para analizar las relaciones de apego en las parejas. En este marco, puntualiza la intrincación de las relaciones de apego con otras variables por lo que señala la dificultad  de aislar su papel en esta trama de relaciones.

Neri Daurella en “Transferencia y Contratransferencia desde la perspectiva del psicoanálisis relacional: a la búsqueda de la responsividad óptima”, enfoca la perspectiva del “psicoanálisis relacional” (entendido desde Mitchell como la configuración relacional de la mente humana), señalando una línea de desarrollos que parten de Ferenczi (“giro relacional”) y prosiguen con importantes psicoanalistas de la Sociedad Británica de Psicoanálisis y del psicoanálisis norteamericano. Desde una perspectiva relacional, la autora plantea que tanto la transferencia como la contratransferencia son modos de organizar la situación analítica. Considera que se trata de patrones organizativos con posibilidades cambiantes. Relativiza el “aquí y ahora” ya que en la relación analítica se manifiestan solo algunos aspectos de las experiencia de cada paciente. Señala que basar la transferencia en las concepciones de desplazamiento y proyección, es una interferencia que falsea la relación analítica a través de la interpretación. Acentúa también la importancia del reconocimiento de los fallos en el analista. Asimismo, pone el acento no sólo en la comprensión cognitiva sino en la sintonía afectiva con vistas a un codesarrollo de la creatividad.

Cecilio Paniagua, en “Técnica de la Psicología del Yo contemporánea (PYC): Una síntesis”, propone el uso de la técnica de la PYC para explorar las resistencias a la asociación libre a través del análisis de las defensas y poder abordar el funcionamiento mental en el conflicto inconsciente. Considera las resistencias como información  sobre la formación de rasgos de carácter. Señala la importancia de la propuesta para desarrollar capacidades yoicas de autoobservación. 

Gustavo Lanza Castelli, en “El psicoanálisis francés contemporáneo” traza un interesante mapa del psicoanálisis contemporáneo en Francia. Señala que este movimiento post-lacaniano coexiste con el movimiento lacaniano. Se centra en la obra de Green con especial énfasis en sus aportes clínicos referidos a los que denomina pacientes no neuróticos. Destaca los estudios de Green sobre el yo, el objeto, los traumas, el pensamiento, los afectos, las defensas, el inconsciente y el ello, la primera y la segunda tópica. Puntualiza sus aportes sobre la problemática de lo no representado y lo irrepresentable, la figurabilidad y los límites al trabajo de representación, el trabajo de lo negativo y la destructividad. Toma el tema del encuadre, principalmente el encuadre interno así como la alucinación negativa y la clínica del vacío. Subraya la perspectiva de Green de favorecer el trabajo de representación y la constitución del preconsciente como espacio transicional interno.

Se incluyeron en este número dos artículos previamente publicados:

Seligman S. Y Harrison A., en “Investigaciones sobre infancia, salud mental infantil y psicote- rapia de adultos: influencias mutuas”, despliegan su propuesta en el marco del análisis transaccional. Abordan sus desarrollos desde una visión intersubjetiva en la que la experiencia del self es inextricable de la experiencia con los otros. Destacan la importancia de las relaciones diádicas en el cuidado infantil y en la psicoterapia. Hacen hincapié en el área de comunicación no verbal en el plano de la experiencia intersubjetiva. Asimismo, incluyen las experiencias corporales y los procesos biopsicológicos y su utilización con fines terapéuticos. El abordaje pone énfasis en el afecto, la empatía y la posibilidad de desarrollo de nuevos patrones de experiencia. Destacan que el cambio terapéutico es una co-creación continua y se alejan de una visión unipersonal del abordaje clínico.

En “Tratamiento basado en la mentalización”, de Bateman A. y Fonagy P., la propuesta es focalizar la terapia en el tratamiento de la mentalización, aplicado fundamentalmente a la personalidad borderline. Se trata de técnicas específicas que promueven la mentalización en individuos vulnerables, ya sea por causas genéticas o experiencias ambientales. Los autores se refieren a experiencias estresantes vinculadas a las relaciones de apego mal constituidas y la perspectiva propuesta es adaptar el marco psicoanalítico tradicional centrado en el insight y la reflexión, a la “recuperación de la mentalización y cognición social”.

A los artículos ya mencionados se agregan en este número las siguientes reseñas:

Mónica de Celis Sierra en “La revelación de la contratransferencia erótica a debate. Davies vs Gabbard” señala que Davies plantea la resistencia a la exploración de la subjetividad sexual del analista y su plena participación en la  trama edípica erótica. Apunta al reconocimiento de la subjetividad sexual del terapeuta y reivindica el reconocimiento de sus estados corporales en el contexto de reactuaciones transferenciales y contratransferenciales. Esta propuesta, dice Davies, está basada en el enfoque bipersonal y la inclusión de la experiencia subjetiva del  analista, que sobrepasa el ser sólo el objeto de los deseos del paciente. En el debate con Davies, Gabbard elogia, por un lado, su descripción de cómo la contratransferencia  puede aparecer como impacto corporal antes que se presente cognitivamente. Pero no acuerda con la elección técnica de su autorrevelación al paciente. Destaca que se concretiza el espacio simbólico entre paciente y analista como espacio potencial de la fantasía entre relaciones de objeto antiguas y nuevas y el riesgo de re-traumatización del paciente. Puntualiza también la dimensión ética, la pérdida del ”como si” de la transferencia y el siempre debatido tema entre amor de transferencia y amor “verdadero”. La reseña incluye que veinte años después Davies responde retomando su trabajo. Destaca su aproximación a las víctimas de abuso sexual infantil y su interés por la contratransferencia erótica. Destaca que es imprescindible poder hablar sobre las experiencias infantiles perversas y sobreestimuladoras, hablar de qué imaginan que siente el analista y hablar directamente, a veces, de qué siente el analista en realidad. Esto apunta, dice, a las eventuales posibilidades de simbolización.

Beatriz Sevilla Valderas aborda en “El concepto de objeto interno: algunos rasgos definitorios” la concepción de los objetos internos en esta autora post-kleiniana. La propuesta es delimitar algunos subtipos de objeto interno y su abordaje clínico con la perspectiva de reparar déficit o fallas básicas en el objeto interno. La perspectiva es que el analista funcione como objeto rectificador. Se plantea que estos desarrollos son importantes para la clínica en el sentido de poder efectuar una distinción entre el self y los objetos internos. Estas ideas se apoyan en la propuesta de una tercera vía, según autores poskleinianos, entre el enfoque unipersonal y los enfoques intersubjetivos, relacionales y de apego. La perspectiva es la de “una psicología interna” de dos personas.

Francisco Sánchez Serradilla, en “Transformaciones en los sueños y en los personajes en el campo psicoanalítico”, reseña el modelo de trabajo clínico de A. Ferro y su apoyo en el concepto de campo, de Bion. Se enfatizan los siguiente puntos: a) la propuesta de Ferro de otorgar un formato onírico a cualquier comunicación del paciente, b) la reconstrucción histórica en el marco de la función contenedora de Bion, c) el grado de realidad concedida a las comunicaciones del paciente, d) el interjuego verdad-mentira y sus intermedios, e) la diversidad de modalidades interpretativas y el manejo diferencial de la transferencia en los distintos modelos. Se acentúa la propuesta de “deconstrucción narrativa” y la perspectiva del concepto de “personajes” con sus eventuales encarnaciones, desde la vida real externa hasta sus significaciones en el campo analítico.

Para finalizar, esta breve revisión ilumina el pluralismo que caracteriza hoy en día al campo psicoanalítico frente a la multiplicidad de las variadas presentaciones clínicas que difieren de  las neurosis clásicas. Se trata de encarar esta pluralidad no como una variante del eclecticismo, sino haciendo trabajar las propuestas y los debates que surjan de las mismas.