aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Número 053 2016

El desarrollo neurocognitivo de los juicios morales: el rol de la función ejecutiva [Lahat, A.]. En: The moral brain. A multidisciplinary perspective

Autor: Nieto Martínez, Isabel

Palabras clave

Lahat, Juicio moral, Moral.


Libro Moral Brain. A multidisciplinary perspective. (2015) Edited by Jean Decety and Thalia Wheatley. The MIT Press. Cambridge, Massachusetts London England
Capítulo 9. El desarrollo neurocognitivo de los juicios morales: el rol de la función ejecutiva. Autora: Ayelet Lahat. En: III. El desarrollo de la moralidad.
La autora comienza explicando que uno de sus objetivos en este capitulo es mostrar los mecanismos y procesos subyacentes que contribuyen a los juicios morales y sociales, señala que solo unas pocas investigaciones examinan los correlatos neurológicos del desarrollo de la comprensión moral en niños y adolescentes (Decety, Michalska y Akitsuki, 2008; Decety, Michalska y Kinzler, 2012; Eslinger y cols., 2009; Lahat, Helwig y Zelazo, 2013; Puyol y cols. 2008); Las investigaciones que han examinado el desarrollo de los juicios morales y convencionales han apuntado al rol de la función ejecutiva (FE), el control sobre pensamiento y acción en situaciones que requieren resolver problemas (Lahat, Helwig y Zelazo, 2012; Lahat y col. 2013; Zelazo, Carlson y Kesek, 2008).
En este capítulo pretende hacer una visión panorámica del trabajo reciente en el desarrollo neurocognitivo de los juicios morales, la autora sostiene que la función ejecutiva ejerce una gran contribución en el desarrollo de la moral y muestra evidencias empíricas de este supuesto en la neurociencia.
En primer lugar presenta un breve sumario del trabajo empírico basado en la teoría del dominio social y seguido de unas extensas investigaciones que examinan los correlatos neurales de los juicios morales y sociales en los niños y adolescentes.
En segundo lugar presenta evidencia empírica que sugiere que FE está unida al desarrollo neurocognitivo de los juicios morales. Y finalmente sugiere puntos en los que se debe desarrollar más investigación.
Teoría del dominio social
La autora sostiene que las investigaciones sobre la teoría del dominio social muestran que los infantes, en una edad muy temprana, empiezan a desarrollar los juicios morales de forma diferente de la que lo hacen en otros dominios del juicio social (Helwig y Turiel, 2011; Smetana, 2006). Estas líneas de investigación han mostrado que los adultos y los infantes no razonan igual acerca de la moral y los actos convencionales (Nucci, 1981; Smetana, 2006; Turiel, 1983); los actos morales como golpear, tirar al suelo, y robar se consideran inalterables, universales e independientes de las reglas y la autoridad. Sin embargo, las convenciones sociales, como comer con los dedos, o usar pijama en la escuela, pueden variar según los distintos sistemas sociales, son contingentes con las reglas sociales y pueden ser alterados por la autoridad o el consenso social (Nucci, 1981).
Lahat explica que la distinción que hacen los infantes entre los actos morales y convencionales es también evidente desde la justificación o las razones que dan para esos juicios, el razonamiento sobre los actos morales se caracterizan por cuestiones como el daño, la equidad y los derechos. Mientras que el razonamiento acerca de los actos convencionales se caracteriza por reglas, costumbres, autoridad y organización social (Helwig y Turiel, 2011; Nucci, 1981). De acuerdo con todo esto es muy posible que el procesamiento neurocognitivo de los juicios morales y de las transgresiones de las convenciones sociales sea diferente.
La autora sostiene que la diferenciación que hacen los niños entre los juicios sobre las transgresiones morales y las infracciones de las convenciones sociales aparecen muy tempranamente, en el periodo preescolar (Smetana, 1981), y el desarrollo en la justificación con respecto a esos dominios se continúa hasta casi el final de la niñez (Davidson y col., 1983).
El examen del procesamiento neurocognitivo de estos dominios es importante no solo para entender mejor como los infantes distinguen entre éstos y como se desarrolla esta distinción a lo largo de los años, sino que también pudiera tener importantes implicaciones para entender el comportamiento moral ( y el inmoral); a continuación examinará los correlatos neurológicos de los juicios morales en niños y adolescentes.
Correlatos morales de los juicios en niños y adolescentes
El primer estudio que muestra la autora es el de Puyol y cols. (2008) en el que se realizó una imagen de resonancia magnética funcional (fMRI) a adolescentes de entre 14 y 16 años mientras juzgaban dilemas morales, los resultados indicaron una activación focal incrementada en el córtex posterior cingulado, frente al grupo de control, en que a los participantes se les preguntaba sobre cuestiones no morales en diferentes escenarios.
En otro estudio Eslinger y cols. (2009) presenta a sujetos entre los diez y diecisiete años de edad, escenarios sencillos sobre moral, escenarios ambiguos y escenarios no morales, los resultados indicaron que en todas las edades se activaba la región prefrontal rostromedial, junto con la orbitofrontal izquierda, la comisura temporoparietal izquierda, la línea media del tálamo, y el globo pálido. Los ensayos con situaciones moralmente ambiguas activaron considerablemente más regiones prefrontales y parietales que las que implicaban juicios morales sencillos, sugiriendo que se necesitan más recursos neurocognitivos en esta condición.
La autora revisa otra investigación en neuroimagen de Decety y col. (2008) en la que examinaba los circuitos subyacentes en el desarrollo de la empatía, referidos tanto a compartir como entender los estados emocionales de los otros en relación a uno mismo. En este estudio lo realizaron con sujetos entre los siete y doce años, se les presentaba breves estimulos visuales animados que representaban situaciones dolorosas y no dolorosas, que conllevaban dolor causado accidentalmente o intencionalmente. Mientras les realizaban el fMRI, los sujetos puntuaban lo doloroso que les parecían esas situaciones. Los resultados indicaron que la percepción de otra persona sufriendo dolor estaba asociada con una activación incrementada en las regiones que procesan el dolor propio, incluyen la ínsula, el córtex somatosensorial, el córtex anterior cingulado medio, periacueducto gris, y área motora suplementaria. Además, cuando los participantes vieron una persona infligiendo daño a otra, las regiones que se activaron eran las que representan consistentemente la interacción social y el comportamiento moral (la comisura temporoparietal, el paracingulado, los cortices orbitales mediales frontales, amígdala) y aumentaron la conectividad con la red de atención frontoparietal (Decety y cols. 2008).
Lahat afirma que todos estos estudios muestran las regiones que están involucradas en el desarrollo de los juicios y la empatía, pero no estudian los procesos subyacentes cognitivos, tampoco estudian el desarrollo neurocognitivo de la distinción entre juicios morales y convenciones.
En el siguiente apartado la autora presentará evidencia que sugiere que el desarrollo de la función ejecutiva juega un rol importante en los juicios de los niños y adolescentes.
El rol subyacente de la función ejecutiva en el desarrollo moral
Según la autora la FE cumple un papel fundamental tanto en el desarrollo como en la comprensión moral y social, cita una investigación de Carlson (2009) en la que los resultados muestran que en los infantes de preescolar, la función ejecutiva correlaciona altamente con un mayor desarrollo de la teoría de la mente en estos sujetos, una herramienta clave para la comprensión y maduración de la moral.
Cita otro estudio de Beauchamp y Dooley (2013), en el que investigan el vínculo entre los juicios morales y la función ejecutiva, a los participantes entre trece y veinte años, se les administró una batería de tareas sobre FE, después unas tareas en el ordenador sobre dilemas morales, y después se le pidió que tomaran una decisión correspondiente a cada dilema y justificaran su decisión. Estos investigadores encontraron que en FE hay cuatro claves relacionadas con la maduración del razonamiento moral que serían: el razonamiento conceptual, la flexibilidad cognitiva, la fluencia verbal y la utilización de retroalimentación.
La autora revisa a continuación el examen de los juicios morales en adultos mediante técnicas de neuroimagen, afirma que FE está implicada en los juicios de dilemas morales, citando dos investigaciones diferentes afirma que hay evidencia de que los juicios de dilemas complejos utilizan áreas del cerebro asociadas con la detección de conflictos cognitivos y de control cognitivo, y piensa que no solo reflejan el dilema, sino que potencialmente evitan cualquier reacción prepotente ante esos dilemas ( Greene y cols. 2004).
Desde la perspectiva de la teoría del dominio social, los juicios morales están basados en la incorrección del acto, independientemente de reglas y autoridad y no requieren consideración sobre el contexto o la prohibición social en contra del hecho (Nucci, 1981; Turiel, 1983). La autora sostiene que las violaciones morales son prototipicamente sencillas de juzgar, y se valoran desde sus consecuencias negativas (Lahat y Zelazo, 2012; Richardson y cols. 2012). Mientras el juicio de los actos pertenecientes al dominio convencional requiere la consideración de las circunstancias y de las prohibiciones sociales, además del contexto donde tiene lugar, pone el ejemplo del primer caso en golpear a una persona, y en el segundo caso mascar chicle en clase.
Lahat presenta dos trabajos de investigación de (2012 y 2013) en los que evalúa los procesos cognitivos que están involucrados en los juicios morales y convencionales, desarrolla un paradigma en el que se pregunta a los participantes por diversos escenarios con tres posibles finales, (1) quebrantamientos morales, (2) violaciones convencionales y (3) actos neutrales. Los sujetos eran infantes de diez años, adolescentes de trece y universitarios; estos sujetos tenían que juzgar si eran aceptables o inaceptables las situaciones que les presentaban de acuerdo a una regla determinada, se medían su potencial de reacción. Los resultados mostraron que a todas las edades los tiempos de reacción eran más bajos en el juicio de violaciones morales que en las convencionales. Si juzgaban las situaciones sin reglas asumidas los tiempos de reacción eran más lentos, solo para los adultos, también encontró que los adolescentes tenían unos juicios más normativos que los niños (Lahat, 2012).
La investigación de la autora de 2013 utiliza el mismo paradigma con adolescentes de 12 a 14 años y universitarios y mide el potencial asociado a los eventos, focalizaron el potencial N2, los resultados indicaron que los adolescentes presentaban amplitudes más largas en N2 que los adultos para los actos morales y neutrales, pero no para los actos convencionales y las amplitudes eran más largas cuando no había una regla.
La autora afirma que tomando todos estos hallazgos en conjunto los datos sugieren que el procesamiento neurocognitivo involucrado en los juicios morales y convencionales continúa desarrollándose entre la adolescencia temprana y la juventud, consistentemente con el desarrollo de las redes corticales prefrontales, también estos estudios apuntan las diferencias de conexión en la función ejecutiva entre los juicios morales y convencionales.
 Resume este apartado diciendo que la investigación del comportamiento con adolescentes ha mostrado vínculos entre la función ejecutiva y los juicios morales (Beauchamp y Dooley, 2013). El trabajo de neuroimagen con adultos (Greene y cols., 2004) y el trabajo sobre el potencial del reacción con niños y adolescentes (Lahat y cols., 2013) apuntan a circuitos neurales asociados con la función ejecutiva, específicamente los que tienen que ver con conflictos cognitivos.
 Finalmente, aunque los estudios sobre la teoría del dominio social han mostrado que incluso los infantes de preescolar pueden distinguir entre violaciones morales y convencionales ( Smetana, 1981), la evidencia en el potencial de reacción sugiere que la comprensión de estos tipos de violaciones continúa desarrollándose entre la adolescencia y la juventud (Lahat y cols., 2013).
Futuras direcciones
Después de repasar lo anteriormente expuesto, la autora señala que lo que ha investigado hasta ahora ha sido sobre infracciones morales y convencionales prototípicas, sin embargo afirma que en realidad, estas ofensas son mucho más complejas y que en el trabajo de investigación futuro debería examinar el vínculo entre la función ejecutiva y el desarrollo neurocognitivo en infracciones más complejas, lo que incluiría una combinación de conceptos morales y convencionales.
También considera que estos estudios serían muy útiles para comprender el comportamiento delictivo. Cita una investigación suya que está por publicar en la que los sujetos son jóvenes delincuentes, controles y universitarios, sobre los mismos paradigmas que las dos investigaciones anteriormente descritas. Los resultados mostraron que los del grupo control y los universitarios tenían potenciales de reacción más rápidos y un porcentaje mayor de juicios normativos que los delincuentes. Los infractores, en comparación con los del grupo control y con los estudiantes, respondían y tenían menos en cuenta la respuesta orientada a la regla y a la función ejecutiva cuando realizaban juicios morales y convencionales.
La autora propone estudiar neurocognitivamente en el futuro a los niños antisociales y a los delincuentes. También consideraría muy útil estudiar a los autistas, Lahat afirma, basándose en los estudios de Grant y cols, 2005) que pueden distinguir entre moral y convención, pero tienen problemas para justificar sus razones en esos juicios.
Conclusión
Después de resumir lo anteriormente expuesto sobre la importancia de la función ejecutiva en el desarrollo moral y su conexión con la teoría del dominio social, la autora señala que es imprescindible el estudio neurocognitivo del desarrollo de los juicios morales para mostrar la gran implicación que tienen en poblaciones como los niños con comportamiento antisocial y los niños con autismo.
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