aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Número 073 2023 Aproximaciones psicoanalíticas actuales al cuerpo

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Análisis del carácter [Reich, 1949]

Character-Analysis [Reich, 1949]

Autor: Torró Biosca, Xavier

Para citar este artículo

Torró, X. (2023). Análisis del carácter [Reich, 1949]. Aperturas Psicoanalíticas (73), artículo e12. http://aperturas.org/articulo.php?articulo=0001227

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Reseña de Reich, W. (1949). Character-Analysis, Nueva York, Orgone Institute Press, 3ª edición, ampliada, 501 páginas.

 

El Análisis del carácter es la obra de psicoterapia más destacada de Wilhelm Reich. Se trata de una recopilación de artículos que se fueron añadiendo progresivamente a lo largo de las distintas publicaciones del libro, de acuerdo con la evolución intelectual del autor. La primera edición apareció en 1933, tras una serie de circunstancias peculiares que pasamos a relatar: Reich había firmado un contrato para la publicación del Análisis del carácter con la editorial del movimiento psicoanalítico: Internationale Psychoanalytische Verlag. Ya había corregido su obra cuando recibió un mensaje comunicándole que su contrato había sido anulado debido a su afiliación política (De Marchi, 1974, p. 228). Reich pertenecía al partido comunista desde julio de 1927 con una participación muy activa. Junto a otros médicos progresistas y en colaboración con el partido comunista, crearon la Asociación Socialista de Consulta e Investigación Sexual y abrieron consultas en los barrios obreros de Viena. En la práctica fueron los primeros “centros de planificación familiar y orientación sexual“. Un poco más tarde, en 1931, cuando ya se había trasladado a Berlín, creó la SEXPOL (Asociación para la política sexual proletaria) que buscaba liberar la vida sexual de los jóvenes para transformar las ideologías conformistas y autoritarias, propias de la sociedad patriarcal de la época. Estos acontecimientos y algunos libros como Materialismo dialéctico y psicoanálisis, Psicología de masas del fascismo o la Revolución sexual, hicieron de Reich la figura más destacada del freudomarxismo. Pero al mismo tiempo, esta actitud beligerante de Reich resultó cada vez más incómoda en el seno del movimiento psicoanalítico. Era una época muy convulsa. Recordemos que Hitler llegó al poder el 30 de enero de 1933. El movimiento psicoanalítico no quiso exponerse. No se posicionó contra la irracionalidad del nazismo de forma clara y contundente. Reich siempre pensó que esa actitud del movimiento psicoanalítico fue un error. En una carta fechada el 17 de marzo de 1933 (dos meses después de la negativa a publicar su obra) Reich etiquetaba de “ingenua“ esta actitud de los psicoanalistas. El nazismo ya había identificado al psicoanálisis como “bolchevismo cultural“, no sin razón puesto que la ideología nazi rezumaba pulsiones destructivas e irracionales, susceptibles de ser descubiertas por el profundo pensamiento psicoanalítico. Resultaba, a todas luces, evidente que el psicoanálisis era una amenaza para la ideología fascista. En otro momento de la carta señala que los poderes constituidos “olfatearán el peligro“ inherente a la investigación psicoanalítica (De Marchi,1974, p. 229). Pero las indicaciones de Reich no fueron escuchadas por las filas del psicoanálisis. No obstante, Reich obtuvo la autorización del movimiento psicoanalítico para publicar la obra por su cuenta.

La situación personal, social y política se volvió irrespirable para él y decidió trasladarse a Copenhage donde disponía de ciertos contactos. Llegó el 1 de mayo de 1933 e inmediatamente se dispuso a revisar el manuscrito de Psicología de masas del fascismo (otra de las grandes obras de nuestro autor) y a buscar la forma de publicar el Análisis del carácter. Las estrecheces económicas por las que estaba pasando le llevaron a dilatar unos meses la publicación. Tuvo que recomponer su vida y también la editorial “Verlag Sexpol“ que disponía en Viena. Por fin, editó en Viena el Análisis del carácter en su editorial. En esta primera edición publica todos los capítulos de técnica psicoanalítica, de análisis del carácter y de caracterología; es decir, del capítulo uno hasta el once inclusive, de la edición publicada en España. Muchos de esos capítulos habían sido publicados en revistas psicoanalíticas o eran aportaciones en congresos.

Reich era una persona academicamente brillante. Freud lo admitió en la Sociedad Psicoanalítica de Viena con tan solo 22 años, antes de finalizar su carrera de medicina. Unos años más tarde, fue nombrado primer ayudante clínico del Policlínico Psicoanalítico de Viena, fundado por Freud. Se trataba de una institución que buscaba extender los beneficios del psicoanálisis a la población más humilde. Ejerciendo esta labor se da cuenta de que las neurosis proliferan en todas las capas sociales y que su origen es una perturbación libidinal que impide la descarga completa de la tensión sexual. Este hecho le lleva a interesarse por la importancia de la estructura social como origen de las formas caracterológicas de una sociedad[1]:

En relación con la función sociológica de la formación del carácter, debemos estudiar el hecho de que determinados órdenes sociales corresponden a ciertas estructuras humanas promedio, o bien -para decirlo de otra manera- que todo orden social crea aquellas formas caracterológicas que necesita para su preservación. En la sociedad de clases, la clase gobernante asegura su posición con ayuda de la educación y la institución de la familia, haciendo de sus propias ideologías las ideologías rectoras de todos los miembros de la sociedad. (Reich, 1986, p. 20)

Unos años después ocupó el puesto de vicedirector del seminario de técnica analítica del Policlínico Psicoanalítico. Es decir, dirigía seminarios didácticos con los psicoanalistas que estaban en formación. En el prólogo a la primera edición del Análisis del carácter, dice Reich: “Las discusiones técnicas y los conceptos dinámico-económicos del carácter en su funcionamiento total provinieron especialmente del Seminario de Viena sobre terapia psicoanalítica, el cual dirigí durante seis años con la entusiasta colaboración de numerosos colegas jóvenes” (Reich, 1986, p. 17).

En la evolución de la técnica psicoanalítica jugará un papel muy importante la influencia de Sandor Ferenczi en sus intentos de acortar el proceso psicoterapéutico, modificando algunos aspectos técnicos.

La segunda edición del Análisis del carácter la realiza ya en Estados Unidos en 1945. Traduce el libro Theodore Wolf, quien propició la llegada de Reich a EEUU y quien le procuró una cátedra en el New School for Social Research para enseñar análisis del carácter. Esta institución acogió a algunos intelectuales europeos huidos del holocausto nazi. Aquí dieron clases entre otros Erick Fromm o Margaret Mead. Habían transcurrido unos diez años desde la primera edición y la segunda. En la vida de Reich se habían producido muchas transformaciones, desde la expulsión del Movimiento Psicoanalítico y del Partido Comunista hasta los cambios teóricos realizados en su práctica psicoterapéutica, que había pasado por lo que denominó vegetoterapia caracteroanalítica y que ahora calificaba de orgonterapia[2]. A este periodo de la vida de Reich se le conoce como el “periodo orgonómico“ pues su pensamiento estaba marcado por el descubrimiento del orgón y toda una visión biopsicosocial de la salud que incorporaba la importancia del sistema nervioso vegetativo, del trabajo con el cuerpo y de la prevención. Según nos cuenta en el prólogo a la tercera edición, el libro se agotó con mucha rapidez. Respecto al contenido de esta edición, apenas introdujo cambios. Tan solo el capítulo “Contacto psíquico y corriente vegetativa“, la conferencia dictada en el 13º congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional realizado en Lucerna en 1934, que introduce como apéndice. Reich señala que se trata de un trabajo de transición entre el psicoanálisis y su visión biopsicosocial. No obstante, reconoce la validez del psicoanálisis freudiano y cómo este trabajo puede ayudar a los estudiantes de psicoanálisis a afianzar su profesión. En este congreso Reich fue expulsado de la Asociación Psicoanalítica.

La tercera edición es de 1949. Se trata de la misma edición en lengua inglesa y se publica en la editorial que disponía Reich: Orgone Institute Press. En esta ocasión se permite introducir más cambios, acordes con el momento de su pensamiento. El escrito “Contacto psíquico y corriente vegetativa“ deja de ser un apéndice y se convierte en un capítulo de la tercera parte del libro. Además, incorpora los siguientes escritos: “La plaga emocional“ (que aparece en la segunda parte, dentro de lo que es la teoría del carácter y la caracterología), “El lenguaje expresivo de lo vivo“ y “La escisión esquizofrénica“. Esta edición ampliada fue publicada en español por la editorial Paidos en 1980, aunque en la actualidad lleva mucho tiempo sin reeditarse. El autor justifica esta tercera edición de la siguiente forma en el prólogo:

El análisis del carácter es todavía válido y constituye una ayuda en psiquiatría, pero dista mucho de ser suficiente para hacer frente al núcleo bioenergético de las funciones emocionales. Resulta indispensable para el orgonterapeuta médico que, sin haber estudiado psicoanálisis, se interna directamente en la biofísica orgánica de 1940-1950. (Reich, 1986, p.10)

Pido al lector que me excuse por esta larga introducción, pertinente, desde mi punto de vista, para aclarar la trayectoria de un libro en una época de mucha agitación social y política. Resta ahora comentar las ideas más destacadas que ustedes pueden encontrase en esta inmensa obra. El libro está dividido en tres partes: una primera en la que el autor habla de la técnica (cuatro capítulos), una segunda parte que habla de la formación del carácter (siete capítulos) y una tercera parte que la titula: “Del psicoanálisis a la biofísica orgónica“. Hablemos, en primer lugar, de las aportaciones realizadas por Reich en el terreno de la técnica.

Recordemos que Reich dirigió el seminario de técnica psicoanalítica de Viena durante seis años. La sabiduría adquirida a lo largo de ese tiempo no solo le permitió la formación y el asesoramiento de muchos jóvenes psicoanalistas, sino también darles consejos tan certeros como los expresados en el prólogo a la primera edición del Análisis del carácter: “La técnica analítica no puede aprenderse en los libros, de todas maneras, pues en la práctica las cosas son tanto más complicadas; lo necesario es un minucioso estudio de los casos en seminarios y en análisis de control“ (Reich, 1986, p.18). Reich tenía fama de ser un gran docente. Este consejo fundamental para todo psicoterapeuta clínico sigue siendo válido en la actualidad.

Su primer capítulo lleva por título: “Algunos problemas de la técnica psicoanalítica“. El tema central son las limitaciones que nos encontramos en la práctica al intentar aplicar la teoría. Toda neurosis se debe a un conflicto entre demandas instintivas reprimidas y las fuerzas represivas del yo. Este conflicto se manifiesta en síntomas neuróticos. Para resolver esos síntomas hay que traer a la conciencia el conflicto inconsciente reprimido. Para eso animamos al paciente a que deje vagar las ideas libremente (“asociación libre“). Pero en ese proceder nos encontramos con defensas del inconsciente a las que llamamos resistencias. Aquí es donde comienzan las complicaciones y la destreza del psicoterapeuta. En este “arte terapéutico“, el paciente debe descubrir primero que se está defendiendo (reconocimiento de la resistencia), luego con qué medios se está resistiendo (para ello utilizaremos la confrontación) y, por último, contra qué se defiende (el motivo de la resistencia, donde utilizaremos las aclaraciones y las elaboraciones). Para realizar esta sutil labor, Reich critica el fundamento técnico propio del psicoanálisis (la pasividad analítica: el psicoanalista debía limitarse a guardar silencio y el resto vendría por sí solo) y apuesta por la técnica activa de Ferenczi, que planteaba intervenir en el trabajo analítico mediante una serie de órdenes o prohibiciones. Al mismo tiempo señalaba que cada caso es único y no podemos aplicar estrategias generales sin tener en cuenta la individualidad del proceso.

Freud considera los fenómenos psíquicos desde tres puntos de vista: el tópico, el dinámico y el económico. Sin embargo, en el terreno de la clínica, Reich piensa que tan solo es relevante el económico que considera el síntoma como una perturbación en la economía libidinal. Por otra parte, para Reich, “sin análisis de las tempranas experiencias infantiles, no existe verdadera cura“ ( Reich, 1986, p. 45). Ahora bien, el recuerdo ha de llevar implícito un “revivir afectivo“ para que sea verdaderamente curativo. Sin embargo, en ocasiones los recuerdos no aparecen unidos a los afectos, son como historias narradas de forma fría y distante, como si les hubieran pasado a otros. En otras ocasiones, el analista se pierde en la abundancia de material; es lo que llama la “situación caótica“. También ocurre, de vez en cuando, que el proceso se paraliza por no tener en cuenta la transferencia negativa latente, oculta tras ciertas actitudes positivas del paciente. Todos estos matices son discutidos en el Análisis del carácter de forma magistral.

Otro aspecto que se plantea el autor son las “resistencias latentes“, es decir, aquellas actitudes del paciente que no se expresan de forma directa, como la desconfianza, llegar tarde, la falta de asociaciones, la extrema complacencia, entre otras. Él considera que hay que afrontarlas en cuanto se perciben. De la misma manera, considera relevantes otros matices de la “forma“ del sujeto, como la importancia del “comportamiento del paciente, su mirada, su manera de hablar, su expresión facial, su ropa, su modo de dar la mano, etc.“ ( Reich, 1986, p. 51). Menciona en el libro que, en el Congreso de Innsbruck de la Sociedad Psicoanalítica, tanto Ferenczi con él señalaron la importancia de estos elementos formales. Acaba diciendo: “para mí han llegado a ser, en el decurso de los años, el más importante punto de partida para el análisis del carácter“ ( Reich, 1986, p. 52).

En el capítulo IV entra de lleno en el análisis del carácter. Reich considera que la conducta del paciente en sí misma es una resistencia. Nuestra conducta se va estructurando a lo largo de nuestro desarrollo ontogenético, a partir de lo vivido en nuestras experiencias infantiles, como una defensa adaptativa ante un sistema social neurótico (la sociedad patriarcal con un modelo relacional determinado). Esta adaptación neurótica priva al sujeto de un comportamiento basado en el instinto que facilitaría unas relaciones más saludables. Por tanto, el carácter es una alteración crónica (rigidez) del yo. Su significado es la protección del yo contra los peligros externos e internos y supone una disminución de la motilidad. Así pues, el carácter como resistencia es el modo específico de obrar y reaccionar del paciente y, por tanto, todo análisis se convierte en última instancia en un análisis del carácter, tal y como nos dice Reich: “Si aceptamos el hecho de que la base de una neurosis sintomatológica es siempre un carácter neurótico, resulta claro que en todo análisis tendremos que ocuparnos de resistencias neuróticas del carácter, que todo análisis debe ser un análisis del carácter“ (Reich, 1986, p. 64).  Ahora bien, el rasgo de carácter está incorporado orgánicamente a la personalidad (egosintónico). Sin embargo, el síntoma se experimenta como un cuerpo extraño y crea la sensación de estar enfermo (egodistónico), ya que supone una ruptura de esa adaptación del sujeto al sistema social. Pero realmente el carácter representa el modo específico de ser del individuo, una expresión de la totalidad de su pasado. El carácter requiere años para su formación mientras que el síntoma se desarrolla repentinamente. Por tanto, el carácter es el síntoma para Reich.

La totalidad de nuestros rasgos de carácter resultan ser un mecanismo de defensa compacto, a lo que Reich denomina la “coraza caracteromuscular“, que tiene una doble finalidad: de protección ante el mundo exterior y de defensa sobre los impulsos libidinales. La coraza sería la suma organizada de las defensas que el sujeto ha tenido que ir estructurando desde el principio de la vida para sobrevivir. Esas defensas no son sólo psicológicas, como creían los psicoanalistas de aquella época, sino también somáticas. Desde esta perspectiva resulta difícil imaginar situaciones en las cuales el paciente no aporte material alguno, pues todo proceder, e incluso el “no proceder“ nos está hablando del carácter, de la “forma“ de ese sujeto. Por tanto, en el análisis del carácter se busca explorar analíticamente el origen del rasgo de carácter, su significado y cómo le afecta en el momento actual. De esta manera, Reich observa que esa conducta adaptativa que es el carácter se manifiesta de forma somática (gestos, tono de voz, respiración, actitudes,...); y también observa que la coraza es algo global que condiciona nuestro comportamiento. Está inserta en nuestro cuerpo, en nuestra musculatura, en nuestro sistema nervioso vegetativo; se adivina en nuestros gestos, en nuestras tensiones, en nuestra forma de respirar o movernos. Estas defensas comienzan a estructurarse en las relaciones con nuestros objetos primarios, durante los primeros años de vida. Este hecho le llevará al trabajo preventivo y a señalar la importancia de las relaciones objetales primitivas.

De esta forma, Reich introduce dentro de la técnica psicoanalítica el concepto de carácter y análisis del carácter. Para Freud el carácter está asociado al “yo“, como instancia metapsicológica. Pero Reich lo relaciona más con aspectos psicosociales: el patrón de organización que genera nuestro carácter está mediatizado por el modelo social en el que nos desarrollamos. Esta idea surge de sus lecturas antropológicas, de autores como Bronislaw Malinowski, Margaret Mead o el texto de Friedrich Engels El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado. En esta última obra, Lewis H. Morgan exponía la tesis sobre una supuesta sociedad matriarcal primitiva que ponía en cuestión la prevalencia natural del sistema social patriarcal como modelo social único. Estas lecturas le llevaron a la conclusión de que el modelo sociocultural influye en nosostros y marca nuestras conductas. Los agentes mediadores fundamentales en esta labor son la familia y la escuela. Ese modelo social crea una “normalidad“ reconocida por los sujetos y todo lo que se sale de esa normalidad se considera como patológico, según el modelo social.

La caracterología que plantea Reich ha sido un referente teórico. Así lo reconoce Theodore Millon en Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Reich consideraba el carácter como “normalizado“[3] y cuando se desequilibra se vuelve patológico. En este punto es donde lo retoma Millon y habla de trastornos de la personalidad. Es decir, los trastornos de la personalidad corresponderían al carácter desequilibrado que se patologiza. También otros autores psicoanalistas como Eduardo Braier u Horacio Etchegoyen reconocen la aportación de Reich a la caracterología y el análisis del carácter. El trabajo de Reich sobre la caracterología se centra en el carácter masoquista, el histérico, el compulsivo y el fálico-narcisista. Sobre el carácter fálico-narcisista Millon reconoce, con ciertos matices, que fue Reich el primero en abordarlo ya en los años veinte, cómo en 1933 publicó una exposición general de la tipología narcisista y que existe una estrecha correspondencia entre la descripción de Reich y la formulación de Freud de la tipología narcisista. Millon reconoce en su obra:

Volviendo a los años veinte, encontramos a tres teóricos de orientación analítica que abordaron el concepto de la personalidad narcisista. Wilhelm Reich fue, supuestamente, el primero en formular el denominado carácter “fálico-narcisista” durante la reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena en 1926. (Millon, 2003, p. 413)

Los otros dos autores que menciona Millon son Waelder, que un año antes había hecho referencia a características narcisistas de la personalidad y un texto de Andreas-Salomé escrito en 1921 que habla sobre la orientación del narcisismo.

El capítulo doce lo dedica a La plaga emocional. Se trata de un concepto psicosocial que desarrolla en otros escritos. Aquí la justifica diciendo que es una biopatía crónica del organismo que se manifiesta en la vida social: en el trato con el otro, en las interacciones o comentarios hacia los demás. Considera que esta “enfermedad social“ se hace pandémica periódicamente y que deberíamos tomarnos muy en serio su erradicación[4]. Y como resulta egosintónica, pasa desapercibida salvo para quien la sufre. ¿Cómo podemos identificarla? Cuando cuestionamos los motivos o los argumentos basados en la plaga, el otro reacciona mediante la angustia o la cólera. Otra forma de identificarla es cuando la acción y la razón que apoya la acción no son congruentes. Las acciones basadas en la plaga suelen encubrir la razón real y reemplazarla por otra aparente. La incapacidad de experimentar la plenitud de la vida y la gratificación sexual natural llevan al sujeto a desarrollar impulsos secundarios, generalmente de tipo sádico. Cuando analizamos las acciones basadas en la plaga siempre nos encontramos con la irracionalidad, que al ser señalada, el otro reacciona con rabia. Otro aspecto que nos desvela reacciones de plaga emocional aparece cuando, en una argumentación social, la conclusión se anticipa a las premisas. Es decir, se reacciona contra algo o alguien por moralismos, por prejuicios, por difamación sexual o por envidia. Nos dice Reich :

La plaga emocional es ese comportamiento humano que, sobre la base de una estructura caracterológica biopática, se hace sentir en las relaciones interpersonales -es decir, sociales- y que se organiza en las correspondientes instituciones. (…) Es decir, donde quiera existen biopatías del carácter, existe al menos la posibilidad de un efecto crónico o de un agudo estallido epidémico de la plaga emocional. (Reich, 1986, p. 261)

En el capítulo Contacto psíquico y corriente vegetativa, Reich se ocupa del concepto de contacto y de los mecanismos sustitutivos. En el proceso de disolución de la coraza, propio de la psicoterapia, nos encontramos, en primer lugar, con los impulsos hacia los objetos y la frustración correspondiente; en segunado lugar, con los mecanismos defensivos que impiden la gratificación del impulso; y en tercer lugar, aparece, no solo la angustia, la resignación, la soledad o incluso la escisión, sino también la falta de contacto. Este concepto hay que entenderlo no solo como contacto psíquico, sino también como contacto vegetativo con el cuerpo, con las sensaciones corporales, con nuestras propias necesidades e incluso con nuestro biorritmo (podríamos añadir en la actualidad). Para Reich, la falta de contacto en última instancia es el miedo al orgasmo: “el núcleo del temor al contacto psíquico auténtico, inmediato, con la gente y el mundo en general, es el temor al contacto orgástico“ (Reich, 1986, p.332). Eliminar la angustia al orgasmo se convierte, por tanto, en uno de los objetivos terapéuticos de la psicoterapia profunda. En la psicoterapia profunda la angustia al orgasmo se manifiesta de la siguiente forma, según Reich:

Se distingue por las siguientes manifestaciones: superficialidad de las comunicaciones analíticas, sueños y fantasías de caídas, aumento de la reserva, evitar el tema de los deseos genitales, aumento de las ideas de desintegración corporal (que cabe distinguir de las ideas de castración), recaída en síntomas anteriores, huída ante las relaciones sexuales y de otra índole con el mundo, reactivación de las modalidades infantiles de reacción, repetición de la sensación de vaciedad, etc. En esta fase es necesario un análisis sumamente exacto de las actitudes y sensaciones existentes durante la masturbación y el acto sexual. (Reich, 1986, p. 333)

En la medida en que en el niño la corriente vegetativa que genera el impulso haya sido suprimida, las relaciones con el mundo habrán sido modificadas. Y cuando ese niño llegue a ser adolescente tenderá a un estado de retraimiento, de resignación, que obstaculizará sus relaciones amorosas, su forma de comunicación y buscará contactos sustitutivos, no naturales[5]. Es decir, cuando se destruye el contacto vegetativo con el mundo (inmediato y libre) se desarrollan funciones sustitutivas que buscan restablecer un contacto sustitutivo (secundario, artificial) pero que, en realidad, resulta insatisfactorio para el sujeto. Ilustraremos estas ideas con algunos ejemplos del propio Reich:

Doy a continuación algunos ejemplos de comportamiento no auténtico: risa demasiado estridente, molesta; apretón de manos forzado, rígido; afabilidad tibia, uniforme; ostentación narcisista de conocimiento superficial; expresión estereotipada, carente de significado, de sorpresa o deleite; adhesión rígida a determinados puntos de vista, planes u objetivos; modestia ostentosa en la conducta; gestos de grandiosidad en la conversación; búsqueda infantil del favor de los demás; jactancia sexual; cabriolas con encantos sexuales; coquetería indiscriminada; (...) En términos generales, podemos decir que cuando una actitud se destaca en la personalidad total como si estuviese aislada o en conflicto con esa totalidad, se trata de una función sustitutiva que oculta una falta de contacto de mayor o menor profundidad. (Reich, 1986, p. 336)

En el prólogo a la tercera edición Reich señala que El lenguaje expresivo de lo vivo en la orgonterapia es un texto inédito. Comienza con una distinción que nos permite entender la evolución del pensamiento de Reich. Allí distingue entre análisis del carácter, vegetoterapia y orgonterapia. El análisis del carácter se desarrolla en la práctica psicoanalítica orientada desde un punto de vista económico-sexual y buscando las posibilidades técnicas de dinamizar el proceso de psicoterapia, en linea con las aportaciones de Ferenczi (de 1926 a 1934). La vegetoterapia, como evolución, supone el reconocimiento de un trabajo simultaneo sobre el aparato psíquico y el somático; es decir, la técnica terapéutica aplicada sobre la neurosis influiría sobre la neurofisiología del sujeto. El propio concepto nos remitía a la importancia del SNV (de 1935 a 1940). No obstante, Reich se queja de que en la época de la vegetoterapia todavía persistía en su trabajo una división del organismo humano en una parte psíquica y otra somática. Con la “Orgonterapia“ pretende ir hacia una concepción holística del ser humano en su relación con la vida y el cosmos en general. El punto de inflexión de este nuevo planteamiento es el descubrimiento del “orgón“ en 1939, la energía que sustenta la vida y al ser humano como organismo vivo. Esta energía “rige la totalidad del organismo y se expresa por igual en las emociones y en los movimientos orgánicos puramente biofísicos. Así, por primera vez, y con sus medios propios, la psiquiatría habría enraizado en los procesos científico-naturales objetivos“ (Reich, 1986, p. 362). Esta nueva disciplina –la Orgónterapia-, supone una evolución de una ciencia mecanicista a una visión funcionalista que busca reflejar el proceder de la propia realidad. Esta nueva perspectiva científica abarcaría a la vegetoterapia y al análisis del carácter, pues lo que pretende es la movilización de las corrientes plasmáticas del paciente para recuperar su pulsación vital. La visión mecanicista divide al organismo vivo en músculos, rasgos caracteriales, comportamientos,... mientras que Reich plantea un concepto unitario del ser humano. Se fija en primer lugar en las emociones como movimiento expresivo de lo vivo que va unido a un significado más allá de las palabras. Hay expresiones emocionales que no pueden ponerse en palabras. Incluso en ocasiones el lenguaje verbal falsea lo que sentimos por lo que se convierte en una defensa: “el lenguaje verbal oscurece el lenguaje expresivo del núcleo biológico“ (Reich, 1986, p. 366). Si recabamos en la esfera social o política todavía nos asombramos más de cómo el lenguaje oculta nuestros verdaderos sentimientos. Desde esta perspectiva plantea al paciente que se exprese “biológicamente“, eliminando el lenguaje verbal para que pueda profundizar en sí mismo sin escapar. Lo biopático se convierte así en el reflejo de la expresión distorsionada de la vida. Solo cuando el psicoterapeuta ha sido capaz de sentir la expresión emocional del paciente está en condiciones de comprenderla. Por tanto, va a resultar muy importante que el propio psicoterapeuta haya realizado con éxito su análisis personal profundo. Además, en el trabajo psicoterapéutico, el profesional debe disponerse ante el paciente con una apertura emocional adecuada para poder comprender el movimiento afectivo de la persona que tiene delante (contratransferencia). Aunque la expresión emocional puede variar de un individuo a otro, la expresión del individuo acorazado se caracteriza por la retención.

La coraza posee una disposición en segmentos, que es una manera primitiva de funcionamiento de lo vivo (como los gusanos). En los seres humanos encontramos una analogía de esta disposició en la estructura de la columna vertebral (segmentos del cordón espinal) y de los ganglios paravertebrales del SNV. En el cuerpo humano se distinguen siete segmentos: ocular, oral, cervical, torácico, diafragmático, abdominal y pélvico. “Los segmentos de la coraza comprenden, pues, todos aquellos grupos de órganos y músculos, en recíproco contacto funcional, que pueden inducirse mutuamente o participar en el movimiento expresivo“ (Reich, 1986, 374). Las corrientes plasmáticas emocionales tienen lugar según el eje del cuerpo. Ahora bien, la inhibición de la expresión emocional que se convierte en bloqueos y contracciones emocionales ocurre según el eje transversal en los distintos segmentos de la coraza. El desbloqueo de la coraza ha de realizarse en dirección céfalo-caudal, es decir, debemos comenzar a trabajar por los primeros segmentos hasta llegar a la pelvis. También será necesario hacer repasos de los segmentos ya trabajados pues con el desbloqueo de los posteriores se pueden producir renovados acorazamientos. El final del proceso psicoterapéutico deberíamos acercarnos, en la medida de lo posible, al “reflejo del orgasmo“. Este reflejo nos permite la entrega a la sensación placentera y el abandono por entero a la pareja en el proceso de luminación que supone la superposición de dos organismos vivos en un acto de amor. Ese momento lo relaciona Reich con el “anhelo cósmico“: “En el orgasmo, lo vivo no es sino una porción de naturaleza pulsante“ (Reich, 1986, p. 395).

El último capítulo del libro es La escisión esquizofrénica. Se trata de un artículo escrito en 1948 que recoge la historia clínica de un caso de esquizofrenia paranoica [dementia praecox] de una mujer irlandesa de 32 años. Comienza con una rotunda afirmación: “La idea de diablo es una auténtica expresión de la distorsión de la naturaleza en el hombre. No existe otra experiencia humana que se preste tan bien para estudiar al diablo como la experiencia esquizofrénica“ (Reich, 1986, p. 399). Los síntomas que aparecen en la esquizofrenia comprenden: el dominio de los impulsos perversos y antisociales, las sensaciones del núcleo biofísico del sujeto que corresponden con las corrientes plasmáticas y las experiencias de contacto con las funciones cósmicas. Estas experiencias las puede vivir también un neurótico pero de forma ordenada, sin confundir los tres planos e identificando de donde viene cada una de ellas y quizá con menos intensidad, dependiendo del grosor de la coraza. “El mundo del esquizofrénico confunde en una sola experiencia lo que se mantiene cuidadosamente separado en el homo normalis“ (Reich, 1986, p. 400). Esta característica hace al paciente esquizofrénico más honesto que el sujeto normal. En ocasiones su honestidad llega a molestar como todo buen psicólogo sabe. También es más profundo pues está más directamente en contacto con la realidad, con toda su crudeza, sin filtros, y no se deja arrastrar por la hipocresía, por lo políticamente correcto o la apariencia. Por eso decimos que solo los locos y los niños dicen la verdad. Esto ocurre porque en el esquizofrénico la coraza no está estructurada, apenas dispone de ciertos retazos. Por tanto, su biosistema se ve inundado de experiencias profundas que proceden de su núcleo biofísico y que, en la mayoría de las veces, no entiende. En palabras de W. Reich:

En el individuo neurótico acorazado, las sensaciones biofísicas de los órganos no se desarrollan de manera alguna; las corrientes plasmáticas están muy disminuidas y en consecuencia por debajo del umbral de la percepción (“insensibilidad“). En el esquizofrénico, en cambio, las corrientes plasmáticas siguen siendo intensas y no están obstruidas, pero la percepción subjetiva de estas corrientes está obstaculizada y escindida; la función de percepción no está reprimida, más tampoco unida a la corriente; en la experiencia del esquizofrénico, la función de percepción parece hallarse “desplazada“, “carecer de hogar“. Como la percepción subjetiva no se relaciona vivencialmente con las corrientes plasmáticas objetivas, parece comprensible que el esquizofrénico busca un motivo para estas experiencias que él no siente como suyas. (Reich, 1986, p. 438)

Estas características hacen que el trabajo con esquizofrénicos requiera de mucha precaución y experiencia clínica. Para comprender el mundo esquizofrénico no podemos juzgarlo desde el punto de vista del homo normalis. Debemos comprenderlo desde su propio punto de vista, traduciendo la deformación de su perspectiva a la propia del mundo racional de la normalidad. Por eso, el terapeuta debe ayudar a estas personas a traducir sus sensaciones y experiencias a las propias del mundo ordenado y racional del homo normalis. Si le obligamos a que cambie su punto de vista por el nuestro él nos mentirá para que lo dejemos en paz. Reich propone que seamos nosotros los que nos atrevamos a cruzar esa linea y observemos ese inquietante dominio de la experiencia humana, rico en verdad. Debemos de ser nosotros los que nos atrevamos a comprender el tipo de experiencia humana que nos narran los pacientes esquizofrénicos.

Reich observa también la típica mirada vacía del psicótico y la describe de la siguiente forma: “la ausencia de los ojos se debía a una contracción local del sistema nervioso en la base del cerebro“ (Reich, 1986, p. 433). Más tarde, el neuropsiquiatra Federico Navarro mantiene que el problema fundamental de la esquizofrenia es el bloqueo del polígono de Willis o bloqueo basilar, que estaría impidiendo el adecuado riego sanguíneo a la base del cerebro. Ese bloqueo produce una falta de percepción (la persona ve pero no mira) y la típica mirada vacía del esquizofrénico. Al final acaba concluyendo que la esquizofrenia no es una enfermedad psicológica sino una enfermedad biofísica, un proceso de degeneración biopática, que abarca también el aparato psíquico. Sin embargo, Reich señala que no es adecuado pensar que la esquizofrenia se puede resolver mediante una lobotomía, como pensaba la psiquiatría de su época.

Reich considera que existe una relación funcional entre la conciencia y la autopercepción. A mayor autopercepción mayor claridad en nuestra conciencia y viceversa, cuando la autopercepción disminuye, también disminuye nuestra conciencia y las funciones de la conciencia como el lenguaje, la orientación, la claridad mental, etc. Como en la esquizofrenia la autopercepción se halla perturbada, también resultan alteradas la asociación de ideas, el orden en nuestro discurso, la orientación, la claridad mental o el contacto con la realidad, desarrollando ideas sobre el “más allá“ o sobre “fuerzas diabólicas“. Por otra parte, observamos que en el recién nacido no encontramos movimientos coordinados que nos hagan pensar en una conciencia. Podemos suponer una cierta “autoconciencia“, pero ésta no funciona de una manera coordinada. Poco a poco se va desarrollando esta coordinación y a lo largo del primer año de vida podemos decir que hay una conciencia unitaria, un “yo“ que se diferencia del “otro“. Ahí comienzan a desarrollarse los movimientos corporales y una autopercepción más coordinada que permitirá, progresivamente, el surgimiento de la palabra y con ella la finalidad y el significado, base necesaria para el surgimiento de la racionalidad. Por tanto, desde esta perspectiva podemos entender que la esquizofrenia se encuentra arraigada en el desarrollo prenatal o postnatal temprano. Es decir, en ese momento primitivo se produciría la fijación que impediría el desarrollo y la integración adecuada de las funciones humanas. Como en ese momento no hay una autopercepción coordinada esa descoordinación funcional del organismo permanece. Por eso el esquizofrénico percibe fuera de su organismo su propio campo de energía interno, como les pasa a los bebés que todavía no han desarrollado una autopercepción organizada de sí mismos.

En la actualidad podemos afirmar que el análisis del carácter ha sido implantado en la práctica totalidad de las corrientes psicoanalíticas, tal y como reconocen autores como Braier, Etchegoyen o Joan Coderch, entre otros.  El psicoanálisis actual se fija en el discurso, pero también, en la forma del discurso del paciente, así como en las actitudes corporales (gestos, tono de voz, respiración, tensiones corporales, formas de moverse, modos de obrar o de reaccionar del paciente). Estos dos últimos recursos son aportaciones de la técnica del análisis del carácter elaborada por Reich. Es decir, el psicoanálisis actual no solo se fija en las defensas psicológicas sino también en las defensas somáticas.

Por otra parte, el trabajo preventivo de Reich también le llevó a tomar conciencia de la importancia de las relaciones objetales primitivas, que después desarrollarían autores como Michael Balint o John Bowlby, y que en la actualidad son la base del Psicoanálisis Relacional y de nuestra práctica clínica en la Psicoterapia Caracteroanalítica. Dentro de esta última, hemos podido comprobar los beneficios de estos instrumentos para la mejoría de la salud de nuestros pacientes y la consecución de los objetivos terapéuticos. Así pues, les invito a que lean este interesante libro y, en general, descubran la obra de Reich, un autor que, en virtud de las vicisitudes históricas y personales que vivió, no ha tenido el reconocimiento debido a sus méritos personales.

 

[1] Esta idea es un eje central en el pensamiento de W. Reich: la relación entre la estructura social y la estructura de la personalidad. Ambas se retroalimentan. La estructura social condiciona la estructura de personalidad y ésta mantiene a la estructura social.

[2] Hay que señalar que Reich siempre se consideró dentro de la práctica del psicoanálisis, tal y como menciona en una entrevista realizada al final de su vida. Sin embargo, resulta necesario aclarar las dos definiciones de su práctica psicoterapéutica. La vegetoterapia caracteroanalítica es la evolución del análisis del carácter a una visión más somática de la psicoterapia; en el desarrollo de su labor clínica se da cuenta de que la conducta del sujeto es algo más global y que tiene una base somática y neurovegetativa (relacionada con el Sistema Nervioso Vegetativo –en adelante SNV-). La adaptación que el sujeto realiza mediante la coraza es también biológica: le defiende del exterior, pero también le separa de sí mismo, de sus corrientes vegetativas. (Recordemos que Reich cuando acabó medicina en 1922 se especializó en neuropsiquiatría, durante dos años, en la Universidad de Viena con Wagner-Jauregg y Paul Schilder. Éste último es el autor de La imagen del cuerpo humano, un libro clásico sobre el concepto de imagen corporal). La orgonterapia es la forma como denominó Reich a su psicoterapia en la época americana, donde se sitúa en una posición más holística y corporal.

[3] Nosotros, la psicoterapia caracteroanalítica actual, diferenciamos entre tres tipos de estructuras de carácter: la neurótica, la borderline y la psicótica. Esta aportación la realiza Federico Navarro (neuropsiquiatra italiano fundador de la SEOR, una sociedad europea para el desarrollo de la psicoterapia reichiana). Por otra parte, Xavier Serrano, director de la Es.Te.R., junto con otros colegas, han aportado la creación de un diagnóstico inicial diferencial estructural (D.I.D.E.), así como encuadres para la psicoterapia breve caracteroanalítica (PBC), para el trabajo con parejas o la atención en crisis. Además, Xavier Serrano y Taire Paredes han creado un encuadre de psicoterapia caracteroanalítica de grupo, utilizado como herramienta convergente tanto en psicoterapias breves como profundas. Taire Paredes y María Montero-Ríos han incorporado la Audiopsicofonología como herramienta convergente. Manuel Redón realizó aportaciones importantes en somatopsicodinámica. Cristina Aznar, Ramón Maduit e Inma Serrano han desarrollado mucho la prevención, tanto con sus aportaciones teóricas desde la práctica como con herramientas muy valiosas, precisamente en un terreno que tanto interesó a Reich. Por mi parte, junto con algunos colegas de la Es.TE.R., actualmente desarrollo un encuadre para el trabajo con adolescentes desde la psicoterapia caracteroanalítica. En nuestras diferentes aportaciones tomamos en cuenta que, cuando Reich se refiere a carácter está hablando de la estructura de neurótica. En la estructura borderline, el carácter actúa como una cobertura. En la estructura psicótica no podemos hablar de un carácter organizado, sino más bien de rasgos de carácter mimetizados de figuras objetales significativas y que le sirven para afianzar sus relaciones simbióticas.

[4] La plaga emocional es un tema de Psicología Social. Reich es un autor de referencia en la psicología social, aunque quizá no haya tenido el reconocimiento merecido. Su obra más relevante es Psicología de masas del fascismo. Con este libro intenta dar respuesta a Le Bon en Psicología de masas donde predicaba que las masas se dejan llevar por sentimientos simples e inconscientes y por eso precisan de un líder que las dirija. Freud en su Psicología de masas y análisis del yo argumenta, contestando a Le Bon, que el individuo no solo actúa de forma inconsciente sino que aquello que nos hace realmente libres es nuestra capacidad racional en ámbitos sociales. Reich con su libro participa en este debate aportando el análisis del freudomarxismo. Él considera que dependiendo del momento histórico  donde nos situemos las pulsiones inconscientes dominaran nuestras acciones o podremos canalizar las pulsiones de forma racional.

[5] Por tanto, al perder el contacto con nuestras corrientes vegetativas el sujeto se va acorazando y le sobreviene la patología. Esta idea es primordial en su última época. Supone el desarrollo de la prevención como premisa fundamental en todo proyecto social que se plantee seriamente la salud de los ciudadanos. En nuestro planteamiento actual, desarrollado a partir del enfoque holístico de Reich, lo denominamos “Ecología de los Sistemas Humanos”. Bajo esta designación se pretende desarrollar instituciones, prácticas y sensibilidades que se conciencien del cuidado de la salud desde el inicio de nuestra vida, atendiendo a los entornos humanos, a las formas de relación y a las necesidades vitales en el proceso de desarrollo del ser humano. 

Referencias

Braier, E. A. (1984). Psicoterapia breve de orientación psicoanalítica. Ediciones Nueva Visión.

De Marchi, L. (1974). Wilhelm Reich. Biografía de una idea. Ediciones peninsula.

Etchegoyen, R. H. (1997). Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Amorrortu Editores.

Millon, T. (2003). Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Masson S.A.

Reich, W. (1986). Análisis del carácter. Editorial Paidos.

Serrano, X. (2007). La psicoterapia breve caracteroanalítica. Una respuesta psicosocial al sufrimiento emocional, individual y de la pareja. Editorial Biblioteca Nueva.

Serrano, X. (2011). Profundizando en el divan reichiano. La vegetoterapia en la psicoterapia caracteroanalítica. Editorial Biblioteca Nueva.

Serrano, X. (2020). La psicoterapia caracteroanalítica. Ediciones Sensar.