aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Número 045 2013

Análisis clínico del personaje de "La Mujer Habitada", de Gioconda Belli

Autor: Llanos Hidalgo, María

Palabras clave

La mujer habitada.


Introducción

En el presente trabajo se propone analizar a la protagonista del libro “La mujer habitada” escrito por Gioconda Belli y publicado en 1990. Esta novela fue escogida, entre otras razones, porque las narraciones van describiendo los pensamientos y sensaciones de la protagonista, de modo que se puede acceder a los miedos y deseos del personaje en el momento narrativo en el cual los está sintiendo. Este estilo de narración facilita obtener una información bastante amplia para realizar el análisis de sus motivaciones, angustias, y formas de protegerse ante las mismas. Así mismo, se mencionan en el texto aquellos mensajes recibidos de las figuras significativas en la infancia que están influyendo en el momento narrativo presente de la novela, así como material onírico, sueños repetitivos, que dan pie a realizar un análisis más dinámico.

El texto sitúa a la protagonista, Lavinia, en un tiempo y un espacio determinados y la influencia que dicho contexto ejerce en ella. Se informa de aquellos aspectos relevantes que ha ido integrando no sólo en su infancia, sino durante el proceso vital de la protagonista. Esto permite observar cómo los sucesos sociales, el ambiente que rodea al personaje, influyen y han sido determinantes, también, en su estructura psíquica.

Otro de los personajes relevantes, el árbol, aquí se representa reencarnado por el espíritu de una mujer indígena, luchadora, que formó parte de la resistencia ante la conquista de los españoles. Dicho personaje permite obtener información como si fuese una observadora, inicialmente no participante. En un segundo momento, llega a formar parte de la protagonista lo que ayuda a conocer incluso el estado de su organismo, las sensaciones que éste tiene ante diferentes acontecimientos. Este personaje va a influir en los pensamientos y sensaciones de la protagonista.

La autora nos presenta como protagonista a una mujer que lucha por su emancipación en un entorno androcéntrico, y que ella vive como tal, de modo que se manifiesta cuándo es consciente de las desigualdades o discriminaciones por el hecho de ser mujer, las diferencias de trato, las expectativas que depositan ella, etc, y cómo ella lo afronta o lo utiliza. También se muestran los distintos sentimientos que surgen al ser consciente de dichas diferencias sexuales y/o de género. Por tanto, el análisis se ofrece también para verlo desde una perspectiva de género, entendiéndose este como una estructura amplia y compleja del self, configurado desde el inicio en el intercambio intersubjetivo inconsciente entre las figuras parentales y sus hijos e hijas.

Gioconda Belli

Señalo a continuación algunos datos biográficos de la autora que posiblemente han influido en la novela y, por tanto, podrían situar a la misma en un contexto histórico y social real. La poeta y novelista Gioconda Belli nació en Managua, Nicaragua. En 1970 se integró en el Frente Sandinista de la Liberación Nacional, organización entonces clandestina, contra la dictadura de Anastasio Somoza. Perseguida por la policía somocista, se exilió en México y Costa Rica, eludiendo la condena de siete años de cárcel que le impuso el tribunal militar. Fue miembro de la Comisión diplomática del FSLN en el exterior. Ocupó varios cargos partidarios y gubernamentales en la Revolución Sandinista en los 80.

En la novela se observa cómo la protagonista tiene cierto espíritu revolucionario, primero con la ruptura de ciertos mandatos de género impuestos por la estructura patriarcal de la ciudad imaginaria de Faguas y, posteriormente, incorporándose en un movimiento reivindicativo en contra de la dictadura del Gran General.

Contexto histórico-social representado

Se describe a continuación brevemente el contexto sociocultural que se representa en la novela puesto que tiene importancia para la comprensión de los conflictos que vive la protagonista. La novela se sitúa en Faguas, la ciudad imaginaria de origen de la protagonista, perteneciente a América latina. En esos momentos, se vive la dictadura del Gran General, donde la pobreza y el temor conviven en la vida cotidiana de la clase obrera.

“Eso era la dictadura, pensó Lavinia, el miedo; la mujer diciendo que no sabía nada. Ella diciendo que no quería involucrarse. No saber nada era lo mejor, lo más seguro. Ignorar el lado oscuro de Faguas...” (pág 82).

“Un grito, un movimiento rebelde de la multitud y aquello sería una masacre de consecuencias imprevistas”. (pág 205).

“Al acercarse por la carretera principal vio a lo lejos la barriada de calles irregulares, las casas de tablones,... Las luminarias terminaban al iniciarse las casas. Las puertas abiertas de las viviendas pobres y amontonadas proveían la única iluminación de las callejuelas... El carro daba tumbos en las irregularidades del terreno; cerdos y gallinas cruzaban la vereda lodosa. A través de las puertas vio los interiores pequeños e insalubres de las viviendas de una sola habitación. En ese pequeño recinto, vivían familias de hasta seis o siete miembros; hacinadas. Con frecuencia los padres violaban a las hijas adolescentes bajo los efectos del alcohol... Apenas a unos cuantos kilómetros fuera del área de arboleda y barrios residenciales cómodos e iluminados”... (pág. 170).

Se exponen en la novela los contrastes entre la clase obrera, la burguesía y la casta militar. Respecto a esta última, detentadora del poder, intenta integrarse en la clase burguesa adinerada, como forma de obtener el reconocimiento social, pero la burguesía no les cree dignos de moverse en sus círculos. Aún así, desde los círculos militares se intenta emular a los ricos y realizan todo tipo de ostentaciones para mostrar su poder. La familia Vela es un ejemplo de ese intento por parte del poder militar de igualarse o superar a la burguesía adinerada.

“La casa donde vivían los Vela estaba situada en lo que, en su momento fuera, uno de los repartos elegantes de la ciudad... que eran la ‘última palabra y moda’ en el ‘buen vivir’...” (pág. 250).

La burguesía adinerada se muestra distante ante las consecuencias sociales de la dictadura -el miedo, la miseria, etc- viviendo en sus círculos cerrados con todas sus comodidades y aceptando la realidad como natural e inmodificable.

“Ser admitido en el club era todo un procedimiento. No sólo se requería dinero para pagar la cuantiosa suma de dinero; era necesario pasar el escrutinio de la Directiva del Club. Se reunían y discutían largamente el pedegree de los solicitantes” (pág. 183).

“Tanta gente se las ingeniaba para ignorar la miseria, aceptando las desigualdades como leyes de la vida” (pág. 125).

“Los campos de golf estaban alumbrados profusamente con luces en los árboles, al igual que las canchas de tenis que tenían encendidos los foros para los juegos nocturnos...los chóferes de Mercedes Benz brillantes, Jaguar, Volvo, enormes carros americanos y modernos modelos japoneses, abrían las puertas para que descendieran parejas de smoking y trajes largos. Desde la piscina, la orquesta tocaba un bossa nova” (pág. 219).

En este contexto toman también especial relevancia las estructuras patriarcales, es decir, el machismo, la división sexual del trabajo, la visión de las mujeres como objeto sexual, etc, porque la protagonista es consciente en todo momento de cómo su sociedad la sitúa en un lugar subordinado respecto al hombre.

Protagonista

Lavinia, mujer de 23 años, nacida en la ciudad imaginaria de Faguas. Perteneciente a la burguesía centroamericana, de nivel socioeconómico alto, por lo que pudo ir a estudiar a Europa, realizó los estudios universitarios de arquitectura. Refiere que tanto su padre como su madre estaban más pendientes de mantener apariencias y acudir a actos oficiales que atender a su hija. Es criada principalmente por una tía paterna, llamada Inés.

La novela se sitúa cuando ella regresa de Europa a Faguas, donde se aloja de forma independiente en la casa de su tía Inés (ya fallecida) y comienza a ejercer su profesión en un despacho de arquitectos donde conoce a Felipe. Comienza una relación con Felipe y descubre que éste está integrado en la guerrilla. A través de él comienza a incorporarse al movimiento de liberación. Cuando matan a Felipe, ella decide participar en un asalto donde finalmente muere.

La primera descripción que nos ofrecen de la protagonista es:

“Es joven, alta, de cabellos oscuros, hermosa. Tiene (…) un moverse con determinación... y unos ojos brillantes. Brillan con el asombro de quien aún descubre” (pag.11).“[..] ella estaba acostumbrada a la vida acomodada y fácil...” (pág. 13). “[..] algo le debía al haber nacido en un estrato social donde la educaron como dueña del mundo” (pag.35).

Nos presentan a Lavinia como una joven inteligente, imaginativa, transgresora con los cánones impuestos tanto por su condición social como de género, e ideales bien marcados: “Para ella tenían, además, el atractivo de la transgresión” pág. 32.

Infancia

Desde su infancia, las principales figuras de apego de Lavinia aparecen representadas en su abuelo materno y su tía paterna, la tía Inés. Ambos personajes cumplieron la función de narcisizar a la niña, pues el padre y la madre ocupaban su tiempo en atender su vida social. De este modo, la tía Inés fomenta un entorno que es compensatorio ante la falla narcisista de la niña.

Lavinia se percibe como objeto del self para sus padres una vez pasada la adolescencia y en la medida que puede mantener la imagen social deseada por ellos.

“La tía Inés era quien de niña la había criado.... sus padres andaban muy ocupados con la juventud, la vida social y el éxito. Sólo cuando se percataron de que ya estaba crecida, cuando le vieron asomar la edad, los senos... pusieron en plena vigencia la patria potestad para mandarla a estudiar a Europa” (pag.12).

“Le recordaba su regreso de Europa, cuando sus padres la llevaban a fiestas, engalanada, y la soltaban para que la husmearan animalitos de sacos y corbatas. Animalitos domésticos buscando quién les diera hijos robustos y frondosos, les hiciera la comida, les arreglara los cuartos.... Y ella lo odiaba. No quería más eso. Por escaparlo estaba allí. Se movió incómoda” (pág. 18).

“La tía Inés y el abuelo habían sido su padre y su madre. Para sus padres carnales guardaba un afecto biológico. La distancia afloró cuando se convencieron de que no podían disuadirla” (de irse a vivir sola)” pág. 50.

Lavinia vive la distancia de sus padres con tristeza, especialmente la de su madre, ya que considera que ese amor no es sustituible y, por tanto, en los momentos de melancolía siempre recurre a la ausencia de sus padres.

“Siempre fue para Lavinia una figura lejana, inalcanzable... Desde muy niña intuyó que no la quería... Pero nadie salvaba de la ausencia de la madre. Y eso era su madre: una perenne ausencia” pág. 213.

Lavinia de niña mantiene la figura de su madre idealizada:

“cuando niña, verla le causaba un vago sentimiento de asombro y orgullo” (pág. 212). “[…] cuando buscaba sus brazos, muy pequeña, acovardada por alguna historia de miedo de alguna niñera, encontraba la expresión intolerante y aquel ‘no seas llorona‘” (pág. 213).

Se muestra aquí una falta de capacidad por parte de la madre de calmar a la menor, ante la búsqueda que su figura de apego, la madre desvaloriza a la pequeña. Esto como se verá más adelante influirá en las relaciones íntimas que Lavinia irá estableciendo.

Lavinia se reconoce como una niña solitaria, “Eso quería ella, poder viajar hasta donde su imaginación lo permitiera. Para hacerlo, frecuentemente de niña buscó la soledad” (pág. 54). Es posible que haya recurrido a la fantasía para desconectar de una realidad donde es criticada por su madre dándole mensajes del tipo es una destructora” (pág. 119) compensando así la falla narcisista “este ir y venir de su yo racional a su otro yo, inflamado de ardores justicieros, resabio de una infancia demasiado aglomerada de lecturas heroicas, sueños imposibles y abuelos que invitaban a volar” (pág. 125).

En cuanto al padre apenas hace referencia a él, un padre ausente por el trabajo y los eventos sociales, que apenas interviene protegiendo más a su hermana que a su propia hija. Durante la novela aparece como recurrente la angustia que le produce la relación con la madre. Parece que Lavinia no tiene elaborada una explicación sobre el trato recibido por su madre, ni se da una aceptación hacia la falta de cariño percibida. En el momento de la novela, las figuras de protección, tanto el abuelo como la tía Inés, ya han fallecido, sin embargo Lavinia rememora en muchos momentos las vivencias junto a ellos.

Qué transmite la tía Inés

La figura de la tía Inés constituyó una de las principales fuentes de narcisización primaria (madre suficientemente buena, Winnicott), le dio el cariño y la atención que necesita una criatura, así como reconocimiento.

“Ver el amor que se le derramaba en la mirada cuando ella le contaba sus éxitos infantiles”. (pág. 22 [referido a la tía Inés])

Lavinia reconoce haber incorporado los ideales de independencia que le había transmitido su tía Inés, así como la idea de un futuro no determinado por la clase social o el sexo. Ella se siente narcisizada pensando en que ha podido conseguir aquello que su tía no pudo vivir por pertenecer a un tiempo y lugar determinado, ser autónoma e independiente.

“Esta vez, estaba segura, la tía la habría despedido de mujer a mujer, viviendo en ella los sueños que su época no le permitió realizar. Viuda desde joven, nunca pudo sobreponerse al espanto de la soledad”. pág. 13

 “Ella quería ser arquitecta y tenía derecho, le dijo (la tía Inés). Tenía derecho a soñar con ser algo; a ser independiente... heredó la casa del naranjo y todo cuanto tenía <para cuando quisiera estar sola>” (pag.12)

La tía Inés le transmite la necesidad de aprender a vivir la soledad consigo misma. Posiblemente esto, junto con el modelo que ejercía su abuelo, también le pudo influir a lo largo de su infancia para que ella buscara momentos de soledad, en los cuales se dejaba llevar por la imaginación soñando despierta con viajes. También existe la posibilidad de que pudiera deberse a una defensa ante la sensación de vacío por la ausencia de sus padres, un evadirse para no contactar con la angustia, un lugar imaginario donde ella podía decidir en su vida. “[…] hay que aprender a ser buena compañía para uno mismo, solía decirle” [la tía Inés] (pág. 23)

Influencia del abuelo en la protagonista

El abuelo es otra de las figuras significativas para Lavinia. No se refiere a él como alguien dador de afecto, como es el caso de la tía Inés, más bien por la transmisión de nuevos ideales para ella (opositor intelectual de la dictadura y defensor activo de los derechos del pueblo obrero), así como una figura de referencia en cuanto a independencia/ seguridad en sí mismo.

“Ella lo prefería cuando estaba quieto, sentado en su mecedora, y le hablaba. Sus conocimientos eran anchos y espaciales... El abuelo era para ella la infancia y el deslumbre de la fantasía” pág. 55

Cuando se detiene a hablar de su abuelo cuenta un sueño recurrente:

“Estaban los dos sobre un monte elevado, altísimo, con nieves en la cima y primavera en las laderas. El abuelo la fijaba sobre la espalda unas enormes alas de plumas blancas – como las que usara de niña, cuando la disfrazaron de ángel en una procesión de Semana Santa- y soplaba un fuerte viento, empujándola para que volara. Ella volaba en esos sueños. Se sentía feliz, pájaro; se sentía segura, porque su abuelo la esperaba en lo alto del monte, gozando al verla volar” pág. 56

Las imágenes son claras: están en lo alto –narcisización- y vuela –omnipotencia para contrarrestar angustias de estar atrapada. Además, alas blancas: es pura como los ángeles.

Mundo intrapsíquico del personaje

La tía Inés cumple durante la infancia de Lavinia la función como figura de apego que brinda atención, consuelo, protección, como proveedora de admiración y reconocimiento de la niña, es decir, función especularizante e idealizadora, como proveedora de caricias y contacto sensual, como reguladora de la fisiología corporal y de los desequilibrios emocionales. Transmitiendo también una imagen poderosa de la niña y fomentando una fantasía de excepcionalidad. “El mundo era mío y todo en el me pertenecía… Desde entonces la frase se le quedó fijada (pág. 53).

A pesar de una aparente autoestima, se percibe una falla narcisista, un deseo de ser querida/aceptada por su madre, ser el objeto de deseo de su madre. La falla en el reconocimiento de la necesidad de afirmación de la pequeña por parte de la madre pudo atacar esa seguridad buscada en la relación de apego que permite explorar el mundo, de modo, que encuentra en la fantasía ese lugar de protección.

En otros momentos, respondiendo a la motivación narcisista para mantener el equilibrio de la representación sí misma como válida utiliza estrategias como traer recuerdos positivos de la infancia que restauran esa imagen dañada, satisfacer otras necesidades “mimarse”, buscar a otras personas, etc. “Sintió nostalgia de huérfana. No dejaba de sucederle los domingos. Para olvidarlas, decidió mimarse. […] Se entusiasmó con su propia actividad” (pág. 50).

En el siguiente párrafo se observa su enorme necesidad de un vínculo cálido, diferente de la frialdad del cemento de los rascacielos de New York. Posible búsqueda de contacto corporal: “ella soñaba con construir edificios, dejar huella, darle calor, armonía al concreto, sustituir las imitaciones de truncados rascacielos neoyorquinos en la avenida Truman por diseños acordes con el paisaje. Aunque era un sueño casi imposible pág. 16.

Las distintas transgresiones que recomponen su autoestima se pueden considerar como una oposición constante a lo que representa para ella su madre – la clase social por la que ella interpreta que la ha abandonado- y el patrón tradicional de feminidad. Se dan conflictos en su ideal del yo: supone un rechazo a la feminidad tradicional que ve representada en su madre y un deseo de ser independiente; por otro lado, vivencia de distancia o ruptura de esa relación, puesto que la diferenciación la vive como separación y ruptura de la relación.

Cuando ese rechazo a la feminidad es consciente y no asociado a su madre –como en su amiga Sara- le genera una fuente de bienestar, reforzando su propia imagen al cumplir con los mandatos de su superyó.

“No le habría gustado ser como Sara, su mejor amiga; tener rasgos de muñeca de porcelana... ella estaba a tono con la época. Era una mujer sola joven e independiente” (pag.12) “Ella [su amiga Sara] no entendía el placer de ser uno mismo, tomar decisiones, tener la vida bajo control […] casarse era limitarse, someterse” (págs 22 y 23)

Lavinia vive frustración, rabia o desolación cuando intenta encontrar el reconocimiento como igual y no como objeto sexual en el mundo patriarcal donde se encuentra:

“La miraban al pasar, haciendo alarde en abandonar el cemento y silbar o dejarle un ‘adiós mamacita’. Debería ser ilegal, pensó Lavinia, ese asedio al que se veían expuestas las mujeres en la calle” (pág. 26). “Los dos hombres parecían disfrutar su actitud de paternidad laboral. Lavinia se sintió en desventaja” (pág. 18).

Se vive en desventaja pero entrenada acomodarse: “Le hubiera gustado preguntarle si se hubiera burlado de haber sido ella hombre... pero prefirió no confrontarlo al menos ese día” (pág. 19).

Además, ella se introduce en un ámbito considerado masculino, el de la construcción, así que obtiene determinados trabajos por el hecho de ser mujer que al resto del equipo le resulta incómodo –tratar con las esposas ricas-, aunque en este caso ella lo percibe como un “uso de su feminidad”; en cambio, en otros momentos se siente limitada por los prejuicios de sus compañeros.

“En la entrevista con Julián se había extendido sobre las dificultades de ser arquitecto en Faguas. No era como en Europa, le dijo. Llegaban señoras con sus recortes y les encomendaban diseños de House and Garden y House Beutiful... Había que convencerlas de que estaban en otro país.. Pero ella era mujer, había dicho. Las mujeres se entendían.. Ella no tuvo remordimientos de conciencia por usar todas las armas milenarias de la feminidad”. (pág. 17)

Esto hace recordar la idea de “feminidad como mascarada”: mujeres que dedicándose a actividades tradicionalmente reservadas a los hombres, acentúan comportamientos seductores para eludir la angustia y evitar la venganza que temen de ellos, que en este caso sería perder su puesto de trabajo.

Apego- narcisismo

Lavinia al comienzo de la relación con Felipe describe la actitud que él muestra -burlona-; siente que la mira de una forma estereotipada. “No le gustaba la actitud de Felipe” pág. 29. Posteriormente, a medida que van trabajando juntos, Felipe comienza a ser objeto de deseo y a ser central en su vida.

“tanto aquella salida, como la única noche de amor desaforado, se imponían en su memoria, al lado de las caricias cotidianas intercambiadas fugazmente en las horas laborales” (pág. 47).

Se siente atraída por Felipe, alguien a quien ella otorga autoridad y valora positivamente desde sus ideales (independencia, seguridad, sabiduría, fortaleza psíquica/física). (..) ella obedeció, sin poder resistir la fascinación de aquel aire de autoridad” (pág. 37); “… pensando en sus adentros en la mezcla de ferocidad y suavidad que Felipe desplegaba” (pág. 30).

El erotismo, este aspecto afectivo de la sexualidad, cargado de significados, es utilizado para apuntalar su sentimiento del self:se abandonó a la sensación de sentirse observada” (pág. 36).

Lavinia parece vivenciar la relación con angustia cuando sus deseos de encuentro no son correspondidos, vive la situación como fracaso a su ideal de independencia, se siente pequeña y necesitada. Entonces se observa un superyó exigente, se autocritica y se culpa por no llegar a cumplir con su ideal de independencia:

Felipe no llegaba. (..) Le dolía la cabeza y se sentía profundamente triste, traicionada, furiosa consigo misma, con su facilidad para construir castillos de arena, su romanticismo. Finalmente la quietud de la soledad la adormeció. Se deslizó hacia el sueño. (pág. 59)

El sueño que tiene a continuación con el abuelo:

“Nubes enormes, blancas con caras de niños gordos y juguetones. El abuelo larguísimo colocándole las grandes alas de plumas blancas. El vuelo sobre las inmensas flores: heliotropos, gladiolas, helechos gigantescos. Gotas de rocío. Magnificas, enormes gotas de rocío donde el sol se quebraba abriendo caleidoscopios prodigiosos. La barba y el cabello cano cubierto de rocío. Las gruesas alas soltando brisa al batir el viento. Mojándose. Empapándose de rocío. Sostenerse sobre el desfiladero de flores inmensas. Intentó regresar al abuelo una y otra vez batiendo las desesperadamente ¡hasta que el esfuerzo la despertó...! (pág. 59)

Los desencuentros con Felipe surgen principalmente cuando él impone sus tiempos, u obligaciones con respecto a la guerrilla (donde posiblemente refuerza su narcisismo), mientras ella se siente rechazada (daño narcisista). Revive entonces el rechazo infantil de su madre, que anteponía el cuidado de su belleza y cuestiones sociales a sus necesidades como niña. Ante esa amenaza de vacío o falta de cuidado por Felipe, intenta calmarse también racionalizando con los mensajes aprendidos de su tía Inés. “La ternura era todo un aprendizaje, dijo Lavinia. Era cierto que los hombres, en general la tenían muy reprimida. Había que enseñarles” (pág. 46)

Autoconservación-heteroconservación-narcisismo

Cuando la protagonista se ve involucrada en la guerrilla se puede observar cómo va reaccionando ante la situación de peligro: en un primer momento, ella desconoce la situación y siente miedo y deseos de huir (autoconservación) “Se sentía débil, las piernas agua”. De nuevo su condición de ser mujer aparece relacionada con la situación que está viviendo: “Y ella era mujer. Se imaginó violada en las mazmorras del Gran General”.

En un segundo momento, toma conciencia del otro, tras conocer el relato de Felipe, Lavinia deja por el momento el miedo y siente la necesidad de responder ante el estado emocional del otro, de cuidarle, a pesar de que sabe que la han puesto en peligro (heteroconservación): “Conmocionada, sin poder articular palabra, se acurrucó en el pecho de Felipe, abrazándolo, sin saber cómo consolarlo. Hubiera querido resguardarlo, darle su protección de su cuerpo de mujer... Tenía ganas de llorar por lo que imaginaba que él estaba sintiendo, el dolor sordo de la muerte, la impotencia”. Posiblemente en este fragmento ella esté proyectando su miedo y su deseo de ser protegida en Felipe como una forma de manipular tanta tensión.

En un momento posterior, vuelve a pensar sobre el peligro y vuelve a sentir el miedo, lo cual la hace avergonzarse ante la aparente tranquilidad de su compañero “ Y podrían morir todos, pensó. Ella misma podría morir. El miedo la sobrecogió alzándose sobre la tristeza... le daba vergüenza mostrarle a Felipe el deseo de verlo marcharse con el amigo herido”.

Esta situación hace que ella vea a los dos hombres, Felipe y Sebastián, con una fortaleza que ella cree no tener. Siente miedo pero no lo percibe en ellos, por lo que hace que su narcisismo se resienta: “La mirada de Sebastián, su serenidad, le daban vergüenza” (pág. 79). “No tenía nada que ver con los valientes” (pág. 97).

El miedo que surge al vivir esta situación que podría poner su vida en peligro la llevan a tener experiencias de despersonalización: “Caminando rápido, sintiendo las piernas moverse como si pertenecieran a otra persona”. “Lavinia tenía la sensación de vivir una vida que no le pertenecía. ‘Es irreal’ se decía” (pág. 100). La despersonalización doblemente causada: por un lado, le angustia que desorganice la representación de ella como una unidad. Por el otro, percatación inconsciente de su sometimiento al otro: es guerrillera porque son otros los que la validan si adopta esa identidad.

Cuando se van de su casa y aparentemente todo vuelve a la tranquilidad, se da cuenta que no puede compartir la experiencia con el grupo y eso le hace sentirse sola, sin lugar de pertenencia y lejos de Felipe “Se sintió sola. Felipe estaba con ellos” (pág. 102).

En los siguientes capítulos, Lavinia da vueltas a la idea de formar parte de la guerrilla. Lucha para intentar esclarecer sus contradicciones. Por un lado su sistema narcisista la empuja a mantener la relación con los personajes que admira. Además, influye su deseo consciente de alejarse de los ideales burgueses que le habían intentado inculcar sus padres desde la infancia:

“Ella los miraría desde lejos. Sentiría el poder de ser diferente... Exhibirse ahora sería un placer. Casi una venganza. Exhibirse ahora que nadie podía tocarla, penetrar su intimidad, amenazarla con matrimonios perpetuos, servidumbres disfrazadas de éxito” (pág. 215).

También el mantener sus ideales de ruptura con el rol tradicional de género: alejarse del rol pasivo. El hecho de sentirse posicionada en ese rol de Penélope, y que Felipe lo consintiera e incluso lo deseara, ese rol que veía en su amiga Sara, que había criticado y rechazado a viva voz, ahora le producía rabia. Estaba incumpliendo con sus ideales, además su narcisismo estaba en falta por verse insegura, por sentir miedo: “Sintió rabia contra sí misma. Últimamente era el sentimiento que predominaba” (pág. 111).

Pero principalmente es el miedo a la soledad el que supera el miedo a morir. Durante la novela ella se va introduciendo en la guerrilla a través de Felipe y todo el mundo de éste pasa a ser el suyo, se va alejando tanto física como psicológicamente de sus redes anteriores:

“El mundo de ellos se había empequeñecido, nublado por los conflictos que ella no osaba en resolver” (pág. 110). “De pronto se había quedado sola en el mundo. Sola y angustiada. Se dio cuenta hasta dónde el Movimiento representaba la casi totalidad de su vida, su familia, sus amigos... El amor y la rebelión la había logrado absorber completamente” (pág. 340).

En el momento de mayor angustia, acude a Flor, una mujer que según se menciona en la novela asocia precisamente con su tía Inés quien como ya hemos mencionado era su figura de apego.

Prácticamente al final de la novela ocurren dos hechos importantes:

 a) En un momento de angustia por la soledad Lavinia decide llamar a su madre y conversar con ella. Entonces se siente capaz de decir lo que no consiguió verbalizar de niña, en lugar de ser esa niña callada que espera ser querida por su madre, pone en voz su necesidad de ser cuidada/querida pero esta vez pudiendo posicionar a su madre como otra mujer al mismo nivel que ella.

“Se sentía capaz ahora. Podía verla sencillamente como un ser humano, producto de un tiempo, determinados valores” pág. 349.

En ese momento, Lavinia descubre el deseo de su madre por ser también querida “vos sólo a ella la querías” (la madre cree que sólo amaba a la tía Inés). Se informa entonces sobre el desencuentro interpersonal originado en la infancia, entendido como una desregularización entre las necesidades de la niña y los sistemas motivacionales de la madre. Posiblemente la madre de Lavinia sentía angustia o dificultades al atender a su hija, se observa cómo no supo calmar las necesidades de la pequeña dando respuestas, a veces agresivas, que distanciaban a la niña, la cual recurría a la tía Inés.

La vivencia de la madre es de frustración y rechazo “yo trataba, hija, pero vos siempre la preferías a ella. Conmigo eras muy callada”. Dicho desencuentro supone una herida en el narcisismo de la madre, se ve como “mala madre” y derrotada ante un tercero (la tía Inés). Esta vivencia fue mantenida en silencio por las dos fomentando la distancia y el sufrimiento en sus vidas.

 b) El siguiente evento es la muerte de su pareja Felipe. En pleno proceso de duelo toma la decisión de volver a la guerrilla con la expectativa de encontrar la aceptación/reconocimiento en el grupo, pero esta vez no guiada tanto por el miedo a la soledad sino desde la aceptación a sí misma.

“Intuía que si bien él –Felipe- no estaría a su lado, encontraría en el amor colectivo, las respuestas profundas que le aliviarían de la soledad... se decidió a aceptar, tristemente, de que únicamente en su relación con Felipe no hubiera conciliación... Sólo la muerte de Felipe le devolvió sus derechos, le permitió estar allí” (pág. 386).

“Nunca pensó que pudiera sentirse así de plena, después de la muerte de Felipe... Sintió que finalmente, había transcendido sus miedos.... Estaba segura de querer estar allí, compartiendo con ellos, con estas personas y no con otras, lo que quizás serían los últimos momentos de su vida... después de tantos meses, tuvo la sensación de haber alcanzado una identidad con la cual arroparse y calentarse” (pág. 385)

“Su tía Inés se hubiera sentido orgullosa de ella. Creía en la necesidad de darle transcendencia al paso por el mundo ‘dejar huella’.Y su abuelo... la estaría mirando, pensando que, al fin, se había puesto las alas y volaba.” (pág. 386)

Conclusiones

-                     Lavinia siente angustia en los momentos de soledad. Entran en conflicto sus ideales de independencia aprendidos desde la infancia “tienes que saber estar sola”, como le decía la tía Inés, con el deseo de encuentro con el otro. Entonces un fuerte superyó critica al yo por la existencia del deseo de apego: “tu no vales porque no eres independiente como deberías”.

-                     Recursos yoicos para satisfacer necesidades/deseos: durante la lectura se percibe al personaje como inteligente, con buenas habilidades sociales, buena capacidad de reflexión, físicamente atractiva.

-                     La angustia se intensifica cuando se produce el desencuentro con el otro, objeto de deseo: la madre o su pareja Felipe. La búsqueda de ser aceptada y cuidada por la madre supone una constante frustración, que la lleva a criticar/desvalorizar el objeto de deseo. En el caso de su pareja, Felipe, puede suponer una fuente de narcisismo en algunos momentos, como cuando a través del encuentro sexual ella se siente válida ya que se une con un objeto de deseo que idealiza (ve la seguridad y fuerza en Felipe que no siente en sí misma).

-                     Hipótesis de origen: falla narcisista primaria, la niña desea el amor de su madre, pero siente frustrados sus intentos de acercamiento. Entonces acude a la tía Inés que cumple durante la infancia de Lavinia la función de objeto del self: función especularizante e idealizadora, como proveedora de caricias y contacto sensual, como reguladora de la fisiología corporal y de los desequilibrios emocionales.

El que la niña acuda a la tía Inés es interpretado por la madre como intentos fracasados de responder a la niña. Ninguna de la dos habla de sus deseos y las frustraciones, lo cual las va alejando más.

Parece que igual que su tía Inés, Lavinia aprende que la soledad es sufrimiento (transmisión transgeneracional de creencias matrices pasionales). No se sabe si esta angustia se despierta en el momento de regresar a su ciudad de origen o ya perduraba desde la infancia, el caso es que ese deseo de encuentro con un otro entra en conflicto con un marcado superyó que tiene el ideal de independencia. Del padre también siente el rechazo, pero en la novela se da menos importancia a esta relación.

-                     Mecanismos de regulación emocional: en la infancia se relata que Lavinia recurre a la tía Inés, fuente reguladora de angustias y que aprende a refugiarse, habitualmente, en la fantasía. Posteriormente, sería su amiga Rosa quien pasaría a ser la nueva figura de apego. Serían mecanismos positivos para ella pues disminuyen la angustia.

Así mismo, ante rabia narcisista por no ser valorada por la madre se produce un ataque a lo que aquella representa, la feminidad tradicional. Adopta un estilo de vida que se rebela ante el modelo de belleza ideal, la sumisión, la pasividad, que ve reflejado en su madre. Esta vía recompone a veces su narcisismo, lo vemos por ejemplo cuando se compara con su amiga Sara. Pero en otros momentos, esta distancia psíquica con su madre le crea sufrimiento, ya que la vive como una mayor distancia a su objeto de deseo y le genera culpa (culpa defensiva impulsada por deseos de autoconservación y apego).

Otras formas de regulación serían a través de la unión con figuras idealizadas: Felipe, los compañeros de la guerrilla. A través del reconocimiento que le otorgan los miembros del movimiento guerrillero obtiene placer narcisista, reforzando sus ideales de lucha social. Disminuyen así los conflictos que siente entre pertenecer a una clase social burguesa y sus ideales sobre la lucha por el pueblo, que potenciaba la angustia de no sentirse parte de ninguno de ambos lados.

Mediante actos de autocuidado se convence, defensivamente, de que es divertido o bueno para ella lo que está haciendo, desviando la atención de los pensamientos que la angustian (autoconservación al servicio del narcisismo).

-                     Algunos de los mecanismos de defensa empleados que se han ido mencionando a lo largo del análisis: proyección de sus angustias o malestar en los otros significativos, racionalización o la formación reactiva. Así como las fantasías grandiosas, la negación de sus necesidades o el oposicionismo como forma de autoafirmación narcisista.

Se observa cómo en la mayor parte de los momentos de mayor angustia para Lavinia en soledad, es cuando le llega cierto adormecimiento como un intento de suspender la actividad mental, como una forma de dejar de pensar y sufrir, lo que Bleichmar señala como defensas mixtas que apuntan tanto a evitar el displacer consciente como el inconsciente (estados mentales como defensas).

-                     Finalmente, a lo largo del proceso de incorporación a la guerrilla, donde empieza a realizar actividades igual que el grupo que valora y, a su vez, éste le devuelve la aceptación, Lavinia se va sintiendo valiosa, hasta el punto que sus motivaciones narcisistas superan las de autoconservación y decide poner en riesgo su vida por su causa social (heteroconservación impulsada por la satisfacción narcisista que provee).

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